Cuando se pregunta cómo es Gary Neal en el día a día la respuesta es inmediata y unánime: un profesional. Detrás de su calidad, más allá de su conocimiento del juego, incluso por encima de la pasión que siente por este deporte, se esconde el enorme sacrificio que hace para brillar jornada a jornada, para ser el máximo anotador de la Liga Endesa (20,6 puntos por partido). Lo que, además, le convierte en un ejemplo. Su cuidado físico y su intensidad en los entrenamientos son máximos. El motivo de ese éxito es doble, su capacidad para regular el esfuerzo con enorme precisión y el trabajo que realizan con él tanto los servicios médicos del club como sus dos fisioterapeutas, Juan Carlos Palacio y César Hidalgo. Sus cuatro manos son responsables en buena medida de la temporada de Neal en Zaragoza.

El escolta de Baltimore tenía un objetivo claro cuando llegó a Zaragoza en septiembre. «Esta es la oportunidad de desarrollar mi carrera otra vez», decía en una entrevista a las pocas semanas de aterrizar en la capital aragonesa. Una aparatosa lesión de cadera puso fin a su carrera en la NBA y le obligó a pasar por el quirófano, dejándole sin jugar prácticamente un año entero. Las dudas sobre su estado físico eran lógicas y añadían un factor de riesgo a su fichaje. Las ha disipado todas a base de trabajo. Su rendimiento es la mejor prueba.

Cuando un jugador vuelve a la pista tras una lesión tiende a proteger la zona dañada, provocando molestias en la parte opuesta. El que sufre un esguince en el tobillo izquierdo se apoya más en el derecho y aparece una sobrecarga en el otro tobillo o en la rodilla, por poner un ejemplo. Gary Neal no es una excepción. La lesión y la operación han dejado desgastada su cadera e, instintivamente, realiza movimientos con los que protege la zona que le provocan otras molestias. Ahí es donde intervienen Hidalgo y Palacio para que el jugador esté siempre a punto. Son los ángeles de la guarda de la estrella estadounidense.

El resto es cosa suya. Nadie conoce su cuerpo mejor que él mismo, por eso regula su presencia en los entrenamientos. Su presencia, pero no su intensidad. Tanto si puede participar media hora como si está dos horas se desempeña al 100%. No solo ofrece su máximo sino que tira del resto y le molesta que alguien no lo haga. No hay día que no le apetezca trabajar. Gary Neal es feliz jugando al baloncesto, por eso disfruta en la pista, en el día a día y en los partidos. Su única ausencia esta temporada se debió a una rotura fibrilar. El resto de molestias han estado siempre controladas.

Su espectacular temporada, batiendo todos los récords anotadores del Tecnyconta, ganando MVPs de forma ordinaria, dan una dimensión casi olvidada en Zaragoza de un jugador de baloncesto. Gary Neal es una estrella ejemplar no por su calidad, no por meter 37 puntos en un partido. Lo es porque consigue esas marcas estratosféricas desde la humildad y desde el máximo sacrificio. Volcándose en ayudar a los más jóvenes, mostrando respeto por todos sus compañeros, exigiendo intensidad al resto porque él es el primero que lo hace. Neal ha cumplido de sobra su gran objetivo cuando llegó a Zaragoza. Vuelve a sentirse jugador de baloncesto sobreponiéndose a una grave lesión y convirtiéndose en clave para que el Tecnyconta Zaragoza siga un año más en la Liga ACB. Algo al alcance de muy pocos.