El título de la ACB sigue sin dueño, al menos hasta mañana, gracias a la entrada en escena de Vistalegre, el reducto del Estudiantes con 15.200 aficionados, que por fin encontró en su casa el premio y la justicia al esfuerzo que está haciendo en esta final.

El equipo estudiantil encontró en las tribunas el aliento que necesitaba para volver a vaciarse contra un adversario superior en calidad y en físico, pero no en ambición. En ese terreno, los chicos de José Vicente Hernández dieron otra lección. Su inferioridad respecto al Barcelona como equipo y en capacidad atlética quedó compensada, de nuevo, gracias a las defensas alternativas y los recursos tácticos usados.

El primer cuarto fue de golpeo mutuo. El Barcelona soportó bien la presión, aunque antes del descanso cedió. Una racha de Nikola Loncar y de Iker Iturbe desde el perímetro supuso un parcial de 14-1 (47-34) y una diferencia de diez puntos al descanso (49-39).

El Estudiantes había hecho lo más difícil, abrir hueco, y regresó a la cancha preparado para que el tercer corte no diera al traste con el trabajo hecho. Un triple de Carlos Jiménez a los dos minutos de la reanudación puso al Bar§a a quince puntos (54-39). El conjunto catalán se acercó (66-64), pero un parcial favorable a los locales de 8-0 volvió a abrir distancias, y ya fueron definitivas para que la final no acabara.