"Cuando llegamos a París, no podía ni caminar. Se encontraba muy mal". Samuel Etoo llegó en la mañana de ayer a la capital francesa, según el relato de Josep María Mesalles, su agente, arrastrando pesadamente las piernas por el aeorpuerto Charles de Gaulle, con el cuerpo dormido por los calmantes y una fuerte gastroenteritis que le llevó a visitar en un día dos clínicas. La primera en Africa, en Duala, en la costa camerunesa, en un centro privado. La segunda en París, mientras Frank Rijkaard, el entrenador del Barcelona, no daba crédito a lo que le estaba diciendo los médicos. Estaba asombrado.

Todo comenzó el domingo. Etoo no jugó nada bien ante el Numancia por un molesto dolor en el estómago que le apareció ese día. Pensó que no sería nada importante. Acabado el partido, y acompañado por Mesalles, tomó en la noche del domingo un avión hacia París. Compartió el mismo hotel de la selección camerunesa, pero luego eligió un camino distinto. Mientras sus compañeros volaban hacia Sudán, donde juegan el sábado un partido de clasificación del Mundial 2006, el azulgrana se dirigía a Duala.

Tenía permiso, explicó ayer Mesalles. Tenía permiso para reunirse con un ministro y para resolver un par de asuntos personales. Tras esas reuniones, el dolor en el estómago se hace más intenso. "No le quedaron ganas ni de cenar. No comió nada", cuenta Mesalles, quien al comprobar la evolución de la enfermedad ingresa al delantero.

Con Etoo revolviéndose de dolor en la cama de un hospital de Duala, empiezan las gestiones para sacarlo de Camerún. "Debo volver a Barcelona", fue la petición del delantero, quien además temía el complejo viaje a Sudán, un país en permanente conflicto bélico. Mesalles consigue una ambulancia, pero le falta lo más importante: un médico que haga el trayecto Duala-París junto a Etoo. Si no tiene el doctor a su lado, no puede salir de Camerún porque las compañías aéreas no quieren asumir riesgos.

Un médico de Air France

Al final, y tras varias gestiones, ayudado por la familia del jugador, encuentran a un médico de Air France. "Le puso una sonda, sedantes y calmantes. Se pasó el viaje entero durmiendo", dice Mesalles. "Entró deshidratado, ha perdido cuatro kilos en un día y medio".

Un día después, Etoo recobra la sonrisa y vuelve a comer. Poco, pero come. "Ya ha pasado todo, menos mal que no le pilló en Sudán", cuenta Mesalles. Si no hay ninguna recaída espera volver hoy a Barcelona, teniendo a Etoo a su lado.