Arranca la Liga para Real Madrid y Barcelona, los dos máximos aspirantes, en un estado muy diferente entre ambos. El Real Madrid, que visita mañana al Deportivo en Riazor (22.15 horas), lo hace en un estado de euforia tras la conquista del título del año pasado, con el añadido de la Champions y con la fortaleza que le ha dado el doblete en la Supercopa, de España y de Europa. El Barcelona, por su parte, llega con un varapalo reciente ante el eterno rival y la despedida de Neymar en un verano con depresión en el club azulgrana, que se encomienda a Ernesto Valverde. Dos horas antes que el equipo blanco jugará mañana el Barça, que recibe al Betis (20.15).

Ni el más optimista de los aficionados del Madrid podía soñar el 4 de enero del 2016 que el equipo blanco viviría el momento dulce que vive menos de 20 meses después. Relevó ese día el técnico francés a Rafa Benítez en una arriesgada maniobra de Florentino Pérez, que no faltó quien calificó como un salto al vacío sin red. Acabó ese curso, sin embargo, con otra Liga de Campeones ganada de nuevo al Atlético.

Florentino sentó de forma inopinada el precedente de aplicar el sentido común a la hora de completar la plantilla con los únicos retoques de las reincorporaciones de Morata y Asensio. Nadie acababa de creer al presidente cuando el año pasado a estas alturas aseguraba que era imposible mejorar la plantilla y proclamaba que no cabían en ella más fichajes. Más o menos lo que dice ahora después haber insinuado su interés en Mbappé el día de su toma de posesión tras su reelección sin rivales, aunque días más tarde dijera que es muy difícil que un jugador de solo 18 años tenga un puesto de titular en el Madrid. Esta vez la credibilidad del dirigente no ofrece dudas, pese a que Zinedine Zidane se resiste a dar la plantilla por cerrada y solo confirma que se quedan todos los que están.

GOLPE DE AUTORIDAD

Claro que el Madrid viene ahora de firmar su doblete histórico, al que ha añadido en el plazo de una semana la Supercopa de Europa ante el United y la Supercopa de España, con un golpe de verdadera autoridad ante un Barça desnortado. Un repaso que lleva a los madridistas a empezar a ensayar ya la sintonía de un sextete que pondría al cuadro blanco a la altura del Barça de Guardiola.

Le ha ido de cine al Madrid con Zidane en el banquillo, con la política de continuidad en la plantilla y la contención en el gasto impuesta por Florentino Pérez.

Pasado el susto de la posible salida de un Cristiano Ronaldo zarandeado por las autoridades tributarias, la formación tipo mantiene sus nombres y su estructura, con la única incógnita de si el discutido Bale despegará por fin. Benzema, si sigue por el camino del partido de vuelta de la Supercopa, disipará cualquier duda. El vigor y atrevimiento de gente como Isco, Asensio, Kovacic y Lucas multiplican el valor y la proyección de un equipo con variantes tácticas muy fiables. A la llamada segunda unidad se incorporan Ceballos, Llorente, Theo, el exzaragocista Jesús Vallejo y Borja Mayoral.

En el Barcelona, se sentía fuerte y vitaminizado Ernesto Valverde en la presentación como entrenador del Barça. «Ahora podré disfrutar desde el otro lado y hacer sufrir a los demás». Tantas veces apabullado con su Athletic por el tridente (Neymar, Suárez y Messi), ensoñaba muchos festivales goleadores. ¿Qué podía ir mal? Nada se asemeja a sus expectativas. Disipado el humo de la ira, llega el momento de constatar el descomunal agujero que ha causado el delantero brasileño con su inesperada huida al PSG. El correctivo de la Supercopa magnificó la evidencia.

Valverde debe ahora tramar una estructura postridente. Sin el heredero, el equipo parece desnudarse por diferentes partes. Como si al tirar de un hilo se descosiera toda una pieza. Y nadie ocupa de momento la taquilla de Neymar en el vestuario.

AMBIENTE ABATIDO

Por si fuera poco, Valverde no podrá disponer de Luis Suárez en el estreno ante el Betis ni, de hecho, durante un mes por una lesión en la rodilla. De suspirar por alinear al tridente a, veamos, un ataque formado previsiblemente por Deulofeu y Alcácer acompañando a Messi. No es lo que había imaginado el Txingurri. Se espera, pues, un ambiente alicaído en el Camp Nou. Por el estado del equipo y, por supuesto, por los brutales acontecimientos en Barcelona.

Algo cuenta a su favor el nuevo técnico azulgrana. Es el calendario. No es de lo más exigente en las primeras jornadas. «Nos tenemos que recuperar desde todos los puntos de vista, pero sobre todo el anímico. Somos un buen grupo y tenemos que encontrar esos mecanismos. Nos interesa ir ganando, rearmarnos y saber que esto va para largo», comentó Valverde tras la Supercopa.