Será inevitable el recuerdo a Seve Ballesteros cuando hoy se ponga en marcha la Ryder Cup en el Golf National de París, la competición que enfrenta cada dos años a los 12 mejores de Europa y a EEUU sin ningún premio económico en juego, solo el orgullo del continente y en la que el equipo europeo intentará reconquistar el título que perdió hace dos años en Hazeltine, Minneapolis.

Inevitable porque Seve fue la persona que cambió las reglas del juego, abrió las puertas a los europeos y convirtió una competición que languidecía en uno de los mayores espectáculo deportivos del planeta. Inevitable porque sigue siendo el hombre récord, e inevitable, en fin, porque el espíritu de Seve emerge cada vez que Europa se reúne para competir en la Ryder y su bolsa de capitán, la que utilizó en 1997 en la edición de Valderrama, estará presente en el vestuario: «Estamos aquí por él. Hacedle sentir orgulloso».

El vasco John Rahm, debutante en esta edición, y Sergio García, en su novena participación, serán los representantes españoles en el equipo europeo y los encargados de aportar toda esa pasión que destilaba Seve en los greens. «Voy a desprender electricidad», aseguraba Rahm, después de ganarse a pulso la clasifcación con dos victorias esta temporada y su octava posición en el ránking mundial. Los jugadores lucirán un lazo en recuerdo de Celia Barquín.