Un puñado de aragoneses tuvieron la suerte de disputar el domingo pasado Zegama, el exigente maratón de montaña que se celebra en el corazón de Goierri, en Guipúzcoa. Esta prueba está entre las mejores del mundo y forma parte del Golden Trail World Series. Aunque destaca por su dureza, puesto que en sus 42 kilómetros tiene un desnivel positivo de 5.472 metros, lo que la caracteriza es el ambiente. El monte se llena de enfervorizados aficionados que animan a todos lo corredores. «Hay gente por todo el recorrido y nunca estás solo», así se expresa Raúl Criado, un chaval de Canfranc de 24 años que batió el récord del mundo de descenso vertical hace dos años en la Collarada.

El altoaragonés reconoce que «esta carrera es la mejor del mundo en cuanto a gran ambiente y por eso es la más grande. La Zegama sin público no sería ni la mitad de lo que es. Por eso vienen los mejores corredores del mundo». Los dos puntos calientes son la ermita de Sancti Spiritu en el kilómetro 20 y la posterior subida hasta los 1.523 metros del Aizcorri, el techo de la prueba. «Los corredores pasamos por un pasillo de gente larguísimo en medio de la montaña. A veces te creces tanto por el ánimo de los aficionados que te pasas de punto y explotas».

Este pequeño pueblo de 1.547 habitantes es una fiesta durante todo el fin de semana. La alcañizana Beatriz Royo tuvo un flechazo con la carrera hace tres años. «Fui a animar a Roberto Prades, mi esposo. Es un puntazo de carrera y desde entonces me enamoré de ella. Llovía a cántaros y veías a la gente que iba a animar con el chubasquero y el paraguas a gente que ni conocía». Royo se colocó con los aficionados aragoneses en la ermita de Sancti Spiritu. «Allí pusimos la bandera de Aragón en el kilómetro 21», explica la corredora turolense de 35 años que trabaja como profesora de Educación Física en el instituto de Escolapios de San Valero.

Después de cuatro años por fin pudo competir la turolense en la última edición. Participan tan solo 500 corredores. «Hay solicitudes de hasta 10.000. De los 500 hay 300 seleccionados por ser de la élite o haber destacado la edición anterior y los de Zegama también tienen el dorsal asegurado. Los 200 restantes echamos la preinscripción y optamos a que nos toque por sorteo», indica Royo.

Criado reconoce que «es difícil conseguir el primer dorsal. Cuando fui la primera vez fue con la selección aragonesa. Veo bien que limiten la participación. La montaña hay que respetarla y no hay que abusar de ella. No es lo mismo que pasen por un sendero 500 que 10.000 corredores», indica el oscense. Este año volvió a ganar Kilian Jornet por novena vez en sus diez participaciones. Al hombre que ascendió el Everest en 26 horas y media dos veces en una semana le costó llegar a Zegama 3.52.47. Le aventajó al polaco Przedwojewski en 2.39.

CONTRARRELOJ

Royo llegó en el puesto 380 en 7.41.19. «No te puedes relajar en casi toda la carrera porque hay varios cortes si no haces el recorrido en un tiempo determinado. Mi carrera fue una contrarreloj de siete carreras. En el kilómetro 20 no me retiraron por tan solo 13 segundos. Tuve la suerte de que José Antonio Salgado, un amigo de mi esposo, me acompañó». El lugar de más ambiente es el Aizkorri. «Es espectacular. Reparten a los aficionados unos periódicos donde ponen el dorsal y el nombre de todos los participantes. A mí me animaban gritando: ¡Venga, que en tu tierra hay buenos jamones!», dice.

La prueba es un rompepiernas con las subidas del Aratz, Aizkorri y Andraitz. «Son preciosos los bosques de hayedos, el verde clorofila. Este año había sol, hacía mucho calor y se veía clarísimo el paisaje. Otros años no se ve nada de la niebla y el frío. Hay una bajada con barro que la gente cae como moscas, aunque Jornet la desciende como si esquiara».

Para Raúl Criado la Zegama se ha convertido casi en un amor imposible. Este año se tuvo que retirar al principio. «El primer año me retiré por hipotermia y este año tenía un problema en el sóleo de la pierna izquierda y me tuve que retirar en el kilómetro tres. Mi mejor tiempo ha sido de 4.49, pero no tengo una historia muy agradable con Zegama. Nunca me ha salido bien. Pero me encanta su ambiente y aunque no me haya ido bien, voy a ir siempre que tenga la ocasión», explica el corredor jacetano, que reconoce que «a mí lo que me gusta son los grandes desniveles como los de la Canfranc-Canfranc, con 8.848 metros de desnivel positivo y los recorridos técnicos. Sin embargo, en Zegama la cuestión es competir a tope porque es una carrera muy rápida», concluye el fondista altoaragonés. H.