El Cierzo castiga la mañana en Zaragoza. Son las 10.00 y, a pesar del incómodo viento, Yolanda y Xirí no faltan a su cita con el pádel, sobre todo desde que Eva Bes es la encargada de corregir sus golpes. La tenista, retirada hace un año, ha cambiado la raqueta por la pala y dedica varias horas a la semana a enseñar a madres de familia los secretos de esta modalidad deportiva. "Empecé por casualidad y ya he tenido que rechazar algún grupo", explica mientras no cesa de dar indicaciones a sus alumnas. Tras un ejercicio de voleas y remates, toca recoger las pelotas. "Como persona, es un encanto. Y como profesora, explica muy bien las cosas, se hace entender", revela Xirí. "Suele contarnos historias de su vida como tenista, pero con mucha humildad", destaca Yolanda. En la pista se respira complicidad entre ellas. A las 11.00 llegan Mari Carmen y Julia. Ambas reconocen haber mejorado con su monitora de lujo. "Hacen ejercicio y se divierten. Lo bueno del pádel es que enseguida se coge un nivel aceptable para jugar y no exige demasiada preparación física", argumenta Eva. Mientras su sueño de tener un hijo se hace realidad, la deportista zaragozana invierte las tardes en el grupo de chicas más aventajado del Real Zaragoza Club de Tenis, su hogar deportivo. Sin embargo, se queja de escasez de oportunidades. "No me falta trabajo, pero una vez que abandoné la competición, nadie se ha acordado de mí. Duele que no se te valore. Yo no quiero quitarle el sitio a nadie, pero creo que puedo aportar mucho por mi experiencia durante casi 20 años en el tenis. He llamado a muchas puertas, pero sin suerte. Tal vez si fuera un chico, me habrían propuesto algo", sospecha.