La noche estaba helada. En la taquilla del Príncipe Felipe, una aficionada rezagada preguntaba por la exhibición de tenis. "Sí, aún quedan localidades", espetaba una voz al otro lado de la ventanilla. "Más de la mitad del aforo", aseguraba algo avergonzada. El público zaragozano no sintió ayer la llamada del tenis, a pesar de que Conchita Martínez se exhibía en su tierra. No quiso las entradas, ni siquiera regaladas. Tampoco se perdió demasiado: un partido relajado, sin exigencias, donde destacó el esfuerzo que la rusa Petrova suele desplegar sobre la pista y la agradable sorpresa de una Martina Hingis --exnúmero uno del mundo y con un palmarés demasiado extenso para detallarlo en tan poco espacio-- retirada desde hace dos años pero que mantiene una forma física aceptable, aunque no para saltar de nuevo al circuito en cualquier momento, al menos con éxito. La pareja suizo-rusa se impuso por un doble 6-2, en menos de hora y cuarto, a Conchita y Vivi Ruano, poco compenetradas.

También el interior del pabellón estaba desacostumbradamente frío. Petrova y Hingis acumulaban breaks demasiado rápido. Tanto que, con 6-2 y 5-1 a su favor, la suiza servía su primer matchball . Después de varios peloteos, Conchita trató de superar a Hingis, en la red, por un lateral. El juez de silla la cantó fuera. Hingis debió de mirar al reloj, decidió que aún no se había ganado su caché y, sin dudar, corrigió al árbitro, mientras al otro lado de la pista Conchita y Ruano ya se despedían con un par de besos. Pero, a pesar de este intento por prolongar el espectáculo, el partido duró dos juegos más.

En ese tiempo, alguna tímida ovación partió desde las gradas, donde apenas 3.000 personas intentaron divertirse con el tenis como excusa. "Conchita, feliz Navidad", le desearon un grupo de chavales durante uno de los descansos. En los labios de la jugadora de Monzón pudo leerse un tímido "gracias" con la sonrisa cómplice de Vivi. Entre bostezos de iniciaba la segunda manga, que vivió la famosa ola mejicana y también el mejor punto del partido: con bromas, golpes insólitos y movimientos circenses, Conchita y Hingis presumieron de lo que fueron en un tiempo ya casi olvidado. Más de uno echó de menos a otra tenista --"¿Dónde está la Kourni?", se preguntó a gritos un aficionado que obtuvo como respuesta "¡Con Enrique!"-- y más de dos, a las modelos recogepelotas del último Masters Series de Madrid. Porque, ayer, lo que más brilló fue la ensaladera de plata que el equipo de Copa Davis conquistó el pasado fin de semana. Aquello sí fue tenis.