El Gran Premio de Austin (Texas, EEUU), la otra casa de Marc Márquez, empezó y terminó con dos imágenes, dos maniobras, dos situaciones, dos errores, esperpénticos, sorprendentes, incomprensibles, realmente inconcebibles, los dos protagonizados por los mejores pilotos del momento, el mallorquín Jorge Lorenzo (Yamaha) y el catalán Marc Márquez.

Ambas acciones marcaron, en el primero y último segundo, una carrera en la que el tricampeón de Cervera volvió a demostrar que, en estos momentos, es inalcanzable para sus adversarios. Todo empezó antes de que empezase la carrera. Todo empezó cuando aún se no había encendido el semáforo verde. Y ese fue el primer problema, cuando Lorenzo, que ocupaba el centro de la segunda fila de la parrilla, se adelantó, escandalosamente, a la salida y, cuando vio encenderse las luces rojas, creyó que eran verdes, soltó el embrague de su Yamaha, retorció el puño del gas y pasó, mientras todo el mundo lo miraba atónito, a Márquez, Pedrosa y Stefan Bradl.

Y, sí, lideró la primera vuelta pero tuvo que pasar por sus talleres, para cumplir una penalización. Regresó a la pista (recordemos que Lorenzo ya se cayó en la primera vuelta de Doha y sumó un cero) y concluyó en décima posición, sumando seis puntos. Esa fue la acción que marcó, ya definitivamente, el gran premio. Márquez, que había logrado ser en todos los entrenamientos el mejor, se escapó hasta la bandera a cuadros. Desde 1995, cuando lo logró Mick Doohan, nadie había logrado pole+victoria en las dos primeras carreras del Mundial. Pedrosa le siguió tres vueltas, "pero hoy (por ayer), Marc era mucho más rápido que todos nosotros; a mí me sacaba dos décimas por vuelta y ha sido imposible alcanzarlo". Solo un dato: el tercer clasificado, el italiano Andrea Dovizioso (Ducati), quedó a 20.976 segundos, más de un segundo por vuelta.

EL ERROR DE MÁRQUEZ Pero si la carrera de MotoGP, que cerraba una matinal en la que el australiano Jack Miller (KTM, Moto3) y el catalán Maverick Viñales (Kalex, Moto2) presentaron sus credenciales para aspirar a ser los reyes de su categoría, con dos triunfos prodigiosos, arrancó con una sorpresa mayúscula, ni les cuento cómo concluyó, con el susto del fin de semana.

Porque Márquez, que había rodado todo el fin de semana en 2.03, hizo la última vuelta de la carrera en 2.08 y, cuando llegó a la última curva, la que daba entrada a la meta, por poco se cae. Marc no controló bien la frenada, patinó su rueda trasera, controló el derrapaje con su magia habitual y logró mantenerse recto, en pie, tieso y manejando como en las anteriores 19 vueltas. "Mi corazón dio un salto, sí", reconoció el japonés Shuhei Nakamoto, jefe de Honda. "La verdad es que he pensado lo peor, ¡qué susto!", reconoció Emilio Alzamora, manager del campeón.