Julia Cuchí siempre ha tenido un espíritu libre y aventurero. Desde pequeña le gustaba ser una mujer independiente. "A los 13 años me iba con los amigos a remar. Mi madre no lo sabía y se enfadaba. Mis padres me han permitido hacer cosas así. Siempre he tenido autonomía, me gusta moverme y aprender cosas nuevas", explica la mejor especialista aragonesa en en aguas bravas.

Ahora tiene 18 años y va engordando su historial con participaciones internacionales. Ya ha disputado dos Mundiales júniors y el año pasado se llevó el bronce en el Europeo de Bourg Saint Maurice. Hace pocos días regresó de la localidad de Penrith (Australia), donde disputó el Mundial sub-23 y terminó la octava por patrullas.

Julia lleva tres años viviendo lejos de su Fraga natal. Los dos primeros estuvo entrenando con dureza en el canal olímpico de La Seu de Urgell. Pero el año pasado decidió cambiar de aires. Ahora reside en Pau, la localidad francesa del Pirineo. Ha asumido todos los sacrificios necesarios para ser olímpica en Tokio, donde tendrá 25 años. "Los presupuestos se han reducido mucho y decidí rechazar la beca nacional. Prefiero emigrar y aprender otra lengua. Al fin y al cabo, el CAR de La Seu esta bien para cierto tiempo, pero la autonomía te hace avanzar. El hecho de no estar atada a nada te hace crecer", dice con seguridad.

Pau es uno de los centros neurálgicos europeos de la modalidad de aguas bravas. Cuchí se siente en la localidad francesa como pez en el agua. Se entrena en el río de la localidad, que se denomina la Gave de Pau y en el canal denominado Stade d'Eaux Vides. El río es una maravilla para practicar el piragüismo. "Es técnico y físico. Tiene de todo, olas, rulos, aguas tranquilas... Es muy completo y muy asequible para todos los niveles". Allí se preparan para llegar a lo más alto una veintena de los mejores especialistas franceses.

Cuchí ya lleva medio año viviendo en Pau junto a su pareja, un bretón que se llama Mathew. De momento voy a estar un año y si todo va bien, me gustaría seguir unos cuantos años más. Pau es una ciudad muy agradable, similar a Lleida. Tiene muchos servicios y la gente es muy amable. El centro es muy limpio y muy amplio y hay muchos bares y restaurantes. Lo único que echo de menos son las fruterías y verdulerías porque no he visto en la calle y la fruta en el supermercado es muy cara", afirma Cuchí.

Dobla su entrenamiento todos los días de la semana a excepción del sábado y el domingo, en los que hace solo una sesión. "Al lugar de entrenamiento voy en bicicleta. Me cuesta 20 minutos. Estudio a distancia Educación Social. Voy dominando el francés, pero me falta asimilar la pronunciación", dice. Es la única española del grupo y vive en un apartamento con otros cuatro compañeros a las afueras de Pau. Ya tiene fama en su grupo de amigos las dotes culinarias de Cuchí. "La tortilla de patata me sale fenomenal. Es mi especialidad y siempre que vamos a una cena del club, les hago tortilla de patata. Es grande porque somos piragüistas, entrenamos mucho y tenemos siempre mucho hambre", explica con humor.

Sus inicios

Julia Cuchí practicó desde pequeña muchos deportes, desde el fútbol al básquet, el tenis, la gimnasia rítmica, el patinaje y la natación. Con su padre José Antonio Cuchí dio los primeros pasos en el piragüismo. Su mayor éxito fue el bronce del Europeo júnior logrado el año pasado en Francia. Mujer analítica y con gran capacidad de autocrítica, recuerda aquel éxito. "En el Mundial de Eslovaquia quería entrar en la final y no pude porque me empaché de piragua. En el Europeo me llevé el bronce, pero no tengo la sensación de hacerlo bien".

Cuchí ha tenido que dominar sus nervios y lo que supone la presión por el resultado en la gran competición. "Lo más difícil de la competición es luchar contra mí misma. Lo complicado para el deportista es decirle al subconsciente que se calle y luchar contra los temores y los miedos". Reconoce que su punto fuerte es "el trabajo y la paciencia. Mi punto débil es que es que a veces me pongo muy nerviosa, no se cómo calmarme y pierdo el control de la piragua", concluye.