El fútbol tiene el hermoso don de la impredecibilidad. Es un deporte donde no siempre vence aquel que tiene más dinero o el que posee los jugadores de mayor categoría. Bien lo saben en el barrio de La Almozara, donde un club se está atreviendo a desafiar las leyes de la lógica. El Ebro es una de las revelaciones de esta Segunda B tras haberse clasificado para la Copa del Rey y tener opciones matemáticas para acceder a la promoción de ascenso a Segunda. Un año lleno de épica, fruto del progreso bajo un proyecto deportivo que no está exento de dificultades. «En este año se aprecia nuestro crecimiento, se puede decir que el Ebro ya no es un equipo desconocido», dice Ander Garitano, director deportivo del club arlequinado.

Emilio Larraz llegó a orillas del Ebro junto a su cuerpo técnico hace tres temporadas, con motivo del ascenso del Ebro a Segunda B. Desde ese momento, los preparadores han gozado de estabilidad para desempeñar una labor sobresaliente. «El éxito de este año es el fruto de una serie de engranajes que forman nuestro modelo deportivo. Seguir con el trabajo que empezamos hace tres años es lo que nos ha llevado hasta aquí», relata Ander. Tras dos permanencias consecutivas, el Ebro ha logrado disparar su reputación al pelear por un puesto de promoción: «Si el Ebro es cuarto se hará justicia, porque nuestro final de campeonato ha sido muy bueno. Si somos capaces de ganar al Atlético Baleares no habrá un equipo de playoff más justo que nosotros».

Proyecto con obstáculos

La escuadra aragonesa está entre las mejores, pero con uno de los presupuestos más bajos del grupo. Sabadell, Hércules o Alcoyano, todos ellos tienen mucho más músculo financiero que el Ebro aunque, para Ander, esto demuestra que «no solo con un buen presupuesto y dinero se pueden hacer grandes cosas». Este club es especial, porque hace frente a una multitud de adversidades para seguir proliferando. La primera de ellas es la ardua tarea para retener a muchos de sus jugadores para la siguiente temporada. «A muchos futbolistas solo los puedes mantener si tienes un proyecto económico alto y con pretensiones de estar arriba. En eso no podemos competir con la mayoría de equipos. Este año volveremos a tener el mismo problema. Hay que volver a intentar mantener a una serie de jugadores que han hecho un curso extraordinario y tienen un gran mercado», dice Ander.

El Ebro ya no es un equipo anónimo. Su reputación a nivel nacional es la de un club sensato y responsable, donde el futbolista recibe un trato cercano y disfruta de una atmósfera positiva para desarrollar sus habilidades. Pese a la identidad que se ha ganado, el Ebro cuenta con una limitación que complica la planificación deportiva: las condiciones de El Carmen. «El primer inconveniente es el campo. Yo he hablado con jugadores de gran nivel y todos te dicen lo mismo sobre el estadio. Nuestro principal argumento es que somos un club serio, donde vas a tener una puntualidad mensual en el pago, y el cuerpo técnico y la dirección deportiva te van a exigir lo máximo. Hay un trato cercano con el jugador, hacemos que se sienta querido. Les ayudamos a que encuentren piso y que se sientan cómodos con sus familias».

La importancia de Ander

Es en este contexto repleto de limitaciones es donde más debe brillar la labor del director deportivo. Es el encargado de tejer la composición de un equipo que debe ser reconstruido casi en su totalidad año tras año. «La labor es compleja, porque cuesta convencer al jugador. Ante nuestros escasos recursos económicos tengo que estar siempre viendo fútbol y conocer constantemente la situación del mercado».

A la hora de firmar un jugador no solo importan sus aptitudes sobre el césped, en el Ebro se ficha atendiendo a la personalidad del futbolista dentro y fuera del campo. «Tenemos unas pautas de selección marcadas. Los jugadores tienen que ser serios, comprometidos y honestos. Pero no siempre sale todo como uno quiere. Siempre te vas a equivocar a la hora de confeccionar una plantilla, sobre todo si tienes que fichar tantos jugadores cada año. Esto consiste en equivocarse lo menos posible. Tenemos una forma de actuar y esa actitud es nuestra base», explica Asier Garitano, uno de los artífices del milagro del Ebro en Segunda B.