Los aficionados chilenos que intentaron colarse en Maracaná para ver el partido ante España no solo no consiguieron su propósito (entraron en el estadio sin llegar a presenciar el duelo) sino que están conminados a abandonar Brasil en el plazo máximo de 72 horas. En caso de no hacerlo, se les abrirá un proceso de deportación.

Los seguidores intentaron seguir los pasos de un grupo más pequeño de argentinos que también irrumpieron por la fuerza en Maracaná el pasado domingo. Los chilenos probaron suerte por la sala de prensa, custodiada solo por voluntarios. Irrumpieron de estampida desde el primer control de la calle y alcanzaron la sala de prensa, con algunos voluntarios apartándose despavoridos. Los vigilantes del interior tuvieron tiempo de cerrar la puerta de acceso al terreno de juego y a la tribuna de prensa.

Estampida por la sala de prensa

Al ver que no tenían entrada al campo ni tampoco escapatoria, derribaron unos planeles decorativos de pladur. Intentaron entonces entrar por el pasillo interior pero se encontraron una puerta cerrada y se dirigieron al otro extremo, con el mismo resultado. Entre tanto personal, de seguridad ya les había rodeado, les agruparon, y procedieron a su inmovilización.

Horas después, la Policía Federal Brasileña informó de que había controlado a 85 de esos aficionados a quienes notificó que debían abandonar el país en un plazo de 72 horas (cuatro días). La sanción, contenida en el Estatuto del Extranjero, implica que deberán notificar su marcha y, en caso contrario, serán objeto de un sumario de deportación.