Eva Ortega no es una pitonisa. Pero poco le falta. Pese a que los favoritos para ganar la Copa de Italia de fútbol sala eran el Pescara y el Olympus de Roma, los líderes de la Liga, la jugadora zaragozana estaba convencida de que Montesilvano, el equipo en el que milita desde hace dos años, tenía algo que decir en Bari. Y cumplió con su papel de tapado dando la sorpresa y llevándose la Copa para la pequeña localidad italiana. Era el segundo galardón para Ortega tras vencer en el 2017 en la Supercopa.

Cuando peor lo tuvo el Montesilvano es cuando más fe tuvo Ortega en sus compañeras. Fue cuando el Cagliari, otro outsider, empató a dos en la gran final. «Nos hizo daño porque estábamos cansadas, pero teníamos buena cabeza. Cuando estás concentrado puedes conseguir lo imposible», explica feliz Ortega.

Tras la prórroga continuó el empate dos. Llegaron las tandas de penaltis. «Había mucha tensión. Solo pensaba que Ana parase un penalti porque sabía que los tres nuestros iban a ser gol. Sentía al equipo con gran determinación y con las cosas muy claras. Solo podía ir bien la cosa». Cagliari tiró fuera el tercer lanzamiento y Aline no dejó pasar la gran oportunidad de Montesilvano. Entonces llegó la alegría y el éxtasis para el conjunto preparado por Marzuoli. «Este es un título muy especial. Ser campeón es una sensación que no se puede definir. Una alegría infinita». Fue entonces cuando entre lágrimas de emoción y abrazos la cabeza de Ortega rebobinó multitud de imágenes de su vida desde que comenzó de niña a practicar fútbol sala en el colegio Ana Mayayo del barrio de Delicias de Zaragoza. «Me hubiera gustado compartir esta alegría con mi gente. Ver alguna cara conocida habría sido la guinda del pastel. Sé que a Manolo, mi padre, le habría hecho especial ilusión. Es mi fan número uno y el primero que me dice cuando las cosas no van bien».

Fue el triunfo de un equipo guerrillero, un grupo de jugadoras con instinto asesino. «Somos un equipo defensivo, pero que en ataque hace daño». En los cuartos de final ganaron al cuadro milanés de Kick Off por 3-1 y en semifinales maniataron al Olimpus de Roma con un 2-0. La sevillana Amparo Jiménez encabezó la emboscada. «La andaluza es un animal. Fue la mejor jugadora del torneo. Se pueden conseguir grandes cosas sin grandes nombres», reconoce.

Ahora, la jugadora de 29 años espera cerrar el círculo de su periplo azzurro con la conquista de la Liga. Sería el primero en la historia. «Tenemos los pies en la tierra. Pero sería bonito ganar el Scudetto», finaliza.