Con los precedentes en la mano, y a la vista de la marcha triunfal del Real Madrid en tres de las cuatro últimas ediciones de la Champions, el favoritismo para la semifinal que este miércoles empiezan a disputar el equipo blanco y el Bayern en el Allianz Arena solo puede apuntar hacia el equipo dirigido por Zinedine Zidane. El francés siempre ha eliminado al campeón alemán en las cuatro eliminatorias en que se han cruzado, dos como jugador y dos como técnico, la de la temporada pasada tras la prórroga en el Bernabéu y una como ayudante de Ancelotti el año de la décima (2014), con el histórico 0-4 al conjunto que dirigía Guardiola.

No dejan de recordar en el club madridista que los blancos levantaron la octava, novena, décima y duodécima Champions tras eliminar al campeón alemán —dos veces en cuartos y dos en semifinales— y que encadenan cinco victorias. Esto supone la mejor racha en el enfrentamiento más repetido en la historia de la primera competición europea: 11 triunfos madridistas, dos empates y 11 derrotas, con 37 goles a favor y 36 en contra. La última vez que ganó el Bayern fue en el partido de ida de la semifinal del 2012 (2-1). Desde entonces siempre ha salido victorioso el Madrid, lo que da idea del afán revanchista en Múnich, acrecentado por la sensación de haber sido estafados en la prórroga del año pasado en el Bernabéu tras la polémica expulsión de Arturo Vidal. Hace una semana el chileno fue operado de la rodilla derecha y no volverá a jugar esta temporada, pero ya dejó su sello. «¡La venganza es un plato que se come frío! ¡Ahora sí, carajo!», aireó en sus redes sociales.

Jupp Heynckes nunca se expresará en esos términos, lo que no quiere decir que sus ganas de desquite sean menores que las del centrocampista. Tanto por volver a colocar al Bayern en el primerísimo plano europeo después de haberlo coronado de nuevo en la Bundesliga con una autoridad aplastante —aterrizó en octubre para relevar a Ancelotti cinco puntos por debajo del Dortmund—, como, sobre todo, para borrar de una vez la amargura que le supuso tener que dejar el banquillo del Madrid después de llevarlo a ganar la séptima en el 98, 32 años después de la anterior Copa de Europa levantada por los blancos.

La presión del vestuario llevó a Lorenzo Sanz a prescindir de él, cosa que el técnico alemán sabía que ocurriría pasara lo que pasara en el Amsterdam Arena. Pero ganó el título, como lo haría en el 2013 con el Bayern después de que el club muniqués anunciara meses antes la contratación de Guardiola para relevarle. Ahora la entidad ha hecho lo propio con Niko Kovac, el entrenador del Eintracht Fránckfort, y Heynckes, a sus 73 años, solo piensa en que su buena estrella le lleve a una despedida tan gloriosa como la de hace cinco años. Sería una despedida brillante, a la altura de los grandes mitos del deporte. En la mano de Heynkes está el conseguir el triplete de títulos y bordar su nombre en la historia del Bayern con letras de oro.