José Casorrán Ayuda (Albalate del Arzobispo, 1919), hasta ayer decano de los ciclistas aragoneses, dio su última pedalada. El más veterano de la saga ciclista de los Casorrán, que conformó junto a sus hermanos Mariano y Fermín, fue un extraordinario ciclista en los años duros de la posguerra. Destacó en Aragón y también fuera de la región obteniendo victorias importantes como el Gran Premio San Marcial, de Irún, o la Villarreal-Morella. Junto a Lahoz y Escolano, José formó un trio que alcanzó por dos veces el bronce el Campeonato de España por Regiones. Desarrolló su carrera deportiva entre 1940 y 1950, pero su temporada más significativa fue la de 1947 cuando participó en la séptima edición de la Vuelta a España finalizando en el puesto veinticuatro.

Recientemente, en una entrañable conversación decía: «entonces las bicicletas tenían solamente tres piñones y al final de cada etapa los que éramos modestos teníamos que cambiar los piñones adecuados para la etapa siguiente, y por supuesto arreglar los tubulares pinchados. Eran jornadas de 250 kilómetros a través de carreteras horribles generalmente de tierra y llenas de agujeros. Eso sí, había un camión que al menos nos llevaba la maleta».

José Casorrán era un corredor rápido, con buena llegada, lo que le llevó a ganar la mayor parte de los circuitos que se organizaban en Aragón a pesar de tener en Lahoz y Escolano dos prestigiosos rivales. Los tres, junto con Mancisidor y Carretero, integraron la formación del equipo aragonés Galletas Patria para la Vuelta de 1947. Personaje querido y admirado entre sus compañeros, José Casorrán destacó en ocasiones su admiración por Miguel Poblet, sin duda por compartir ambos la especialidad del esprint.

«Yo era un corredor rápido. No tenía mucho fondo pero en los circuitos me defendía muy bien. En Aragón gané prácticamente todos los circuitos de la época», explicaba él mismo antes de recibir un homenaje en el 2006. Pero lo que más valoraba no eran las victorias. «La competición me permitió viajar mucho en unos años difíciles. En esos viajes gané mucha experiencia que luego me sirvió para la vida», señalaba el ciclista, símbolo de otra época. Hoy será enterrado en el cementerio de Torrero.