Un regalo. Eso es el Mallorca para cualquier enemigo. El equipo balear, con una defensa de verbena, patética, permitió que el Zaragoza sumase la tercera victoria consecutiva para rozar ya los puestos de promoción, con los que está empatado, y para situarse a solo dos del liderato, de los billetes de ascenso directo. Aunque siempre lo tuvo controlado, no fue un gran partido el del conjunto aragonés, mejor en la segunda parte, sobre todo tras la salida de Jaime, pero sí hizo lo suficiente para llevarse el triunfo. Se mostró serio atrás, le costó un mundo generar fútbol y pudo aprovechar al final las concesiones del rival. Jaime, en una contra a pase de Eldin tras una mala salida de Cendrós, y el propio Eldin, de perfecta vaselina después de que Kasim y Gulan hicieran el tancredo en un cómico choque, cerraron el pleito.

Tres victorias consecutivas, todas sin encajar goles, ya suponen una buena racha, ya anuncian que el Zaragoza ha tomado fase de vuelo. Cuenta, eso sí, con dudas, sobre todo en la generación de fútbol, mucho más si Galarreta aparece tan poco como ayer, y en la creación de oportunidades, pero le saca una buena rentabilidad a sus goles y eso solo se consigue con la seriedad defensiva. Y por ahí el Zaragoza va creciendo. Que lleve 273 minutos sin encajar no es casualidad. Es verdad que el Mallorca, salvo con Marco Asensio y alguna acción más torpe que peligrosa de Pereira, no inquietó mucho, pero Whalley es ya un seguro habitual y Mario y Rubén firmaron un buen partido en el eje, lo mismo que Cabrera en el lateral.

Salió Víctor Muñoz con el mismo once que ganó al Llagostera y con una puesta en escena similar, aunque con menos fútbol que en Palamós. Y mira que parecía difícil... Lo cierto es que la primera parte fue un monumento a la tristeza balompédica. El Mallorca se dedicó a hacer faltas y a perder tiempo, concesiones ambas dadas por un Munuera Montero de pésimo arbitraje, y el Zaragoza fue un quiero y no puedo, con un juego previsible y pesado, sin nada de fluidez en la zona donde se cocinan los goles. Con Willian José mermado y sin ángel y con Borja frenado a faltas, solo Eldin inquietaba algo al Mallorca, cuyo mayor enemigo era el propio Mallorca, empeñado en dar facilidades.

No sacó provecho el equipo a las dudas de Cabrero, de Kasim, de Agus o de Saborit, que se iban turnando en los fallos, y la mejor ocasión fue un lanzamiento de falta de Eldin, que Cabrero despejó con apuros, y un saque de banda de Cabrera donde Kasim no despejó y Eldin pecó de egoísta con Borja solo para disparar a puerta. ¿El resto de la primera parte? Para meterla directa en el cajón de los horrores.

MEJORÍA

Inició el segundo acto el Zaragoza con el mismo aire, con trabajo y sobriedad atrás, pero sin un gramo de fútbol y con un aspecto plomizo ante un Mallorca que firmaba con sangre el empate. Sus continuas pérdidas de tiempo dan fe de ello.

Tardó Víctor en mover el banquillo, pero lo hizo. Y esta vez acertó. Jaime Romero salió por un de nuevo desdibujado Álamo por su asentada capacidad de elegir mal y el equipo tuvo más oxígeno en ataque. Desde la derecha y a pierna cambiada, las diagonales de Jaime empezaron a crear peligro de verdad para el Mallorca, que se encargó del resto. Es decir, de dispararse al pie. Cendrós salió mal en una contra y Eldin asistió a Jaime, que recortó y marcó a puerta vacía. Un buen gol, el primero del Zaragoza en una segunda parte, y de rara celebración, en solitario, para el extremo, que dejó claro que puede aportar mucho.

Derribado el frágil muro rival, Víctor quiso conservar la renta con la entrada de Lolo por Galarreta para tratar de contener al Mallorca, donde solo Asensio inquietaba algo. Una falta y un disparo del canterano mallorquinista y un tiro de Scepovic que atajó Whalley provocaron algún suspiro, aunque no parecía que el Mallorca pudiera inquietar de verdad la victoria. No lo hizo.

Eldin, que había tenido otra tras jugada de Jaime, agradeció el regalo de la defensa balear para, con sangre fría de cirujano, cerrar el partido que aún pudo acabar en goleada si Jaime, tan rápido como individualista, hubiera visto a Borja, que le recriminó la acción. Un detalle en todo caso tapado por la victoria de un Zaragoza que suma tres seguidas y cuatro jornadas sin perder. Es decir, que ya está en pleno vuelo y que aún tiene un margen de mejora que siempre llega más fluido al amparo de los buenos resultados.