Son los líderes tras una carrera y han llegado a la segunda como jefes. La sonrisa no se borra de los rostros del equipo Mercedes, desde sus jefes hasta el último de los mecánicos, desde los chicos que atienden el hospitality hasta Nico Rosberg, el ganador en Australia, el líder del mundial. "Ganar la primera carrera es una sensación especial. Sé que no ganaré siempre, así que la estoy disfrutando", dice el arrubiado hijo del campeón del 82, Keke. Su hijo es el mejor, sin duda, entre quienes aún no tienen un título en esta parrilla, de los que están fuera del repóquer de pilotos con corona, como su compañero Lewis Hamilton, al que no teme ni en la pista ni en los despachos.

Hamilton sabe que el peligro viene por detrás. "Ferrari y Red Bull van a empujar muy fuerte, cogerán nuestro ritmo a lo largo del año". Puede que esa sea la realidad. Si alguien se toma un café en el cuartel rojo puede escuchar que "nos falta un poco de todo, de motor, de aerodinámica, de rendimiento en el ERS, de conocimientos del coche... Simplemente vamos un pequeño paso por detrás, un mes de desarrollo por detrás, pero tenemos el potencial técnico y humano para llegar a ellos", comentan en clara referencia a los Mercedes. Todo lo achacan a la enorme inversión económica que Mercedes ha hecho de cara a logar un gran coche.

Pero Fernando Alonso cree que llegarán a recuperar ese terreno de alguna forma. "Tenemos más potencial del que vimos en Australia. Antes que nada, necesitamos ponerlo todo en su sitio y tener un mejor fin de semana. Somos fuertes y lo haremos mejor, seguro".

Alonso prevé una carrera "mucho más movida" que la de Australia. "Con estas temperaturas, se supone que habrá que refrigerar el coche un poco más. No tendría que ser problema", añade el bicampeón español, que se muestra ilusionado.