El Real Madrid saldó su deuda de la pasada temporada cuando en un final para olvidar perdió todos los títulos y el acceso directo a la Liga de Campeones, que certificó goleando al Wisla de Cracovia en un partido que se convirtió en la fiesta de Zidane y de Ronaldo, autor de dos goles.

Era el día del estreno. Obligado a cambiar el Trofeo Bernabéu por un partido vital, el Real Madrid se presentaba ante una afición que no falló, con una única cara nueva en el once titular, Walter Samuel.

Pese a la clara ventaja, Camacho no se fio y repitió once. El año en el que se anuncian las deseadas rotaciones y a la espera de Owen y Woodgate, el técnico diseñó un equipo con el objetivo de lavar la imagen del final de temporada.

Lo hizo nada más comenzar el partido. En el primer minuto, Figo avisó de su estado desbordando con facilidad a su marca. Dos minutos después una nueva internada suya acababa en un pase medido a Ronaldo, que hizo el 1-0.

En un suspiro se derrumbaron los planes de Kasperczak, técnico del Wisla, que no encerró a su equipo y jugó con descaro ante un rival infinitamente superior. Y más, cuando los madridistas se tomaron en serio el choque y apareció Zidane para levantar al aficionado de su asiento.

UN GRAN ZIDANE Zizou maravilló mostrando el repertorio de controles, regates acrobáticos y pases de ensueño que mostró aprovechando la libertad de movimiento que disfruta sobre el campo. Para defender, Samuel daba la seguridad deseada.

Con asistencias de Zidane, Roberto Carlos y Raúl en un claro mano a mano, no acertaron ante un destacado Madjan que salvó a su equipo de una goleada de escándalo. No falló Ronaldo. Un centro medido de Míchel Salgado en el minuto 31 lo remachaba a la red el brasileño.

Zidane seguía disfrutando en su particular fiesta futbolística a la que Ronaldo se ganó con goles su invitación y en la que Figo no quiso ser menos. Al borde del descanso una jugada pegado a cal con dos bicicletas acabó con un potente disparo que sacó el meta del Wisla cuando se cantaba el tercero.

El ritmo disminuyó hasta la entrada de Guti y Morientes que desataron un vendaval de oportunidades, desaprovechadas hasta que apareció Pavón para, con un testarazo, poner la guinda a un trámite que acabó en diversión y con el gol del honor del Wisla en un disparo a bocajarro de Gorawski.