Hubo un tiempo en que el dinero corría por los pasillos de este deporte en una fiesta sin fin, de absoluto descontrol y total impunidad. De aquellos barros vienen estos lodos y el mucho más estricto control financiero de la Liga de Fútbol Profesional sobre la acción de sus propios miembros. Ante la cascada de concursos de acreedores y de Sociedades Anónimas Deportivas que se precipitaron en la quiebra técnica o que la rondaron con evidente riesgo, y para que la gallina de los huevos de oro pudiera seguir empollando y dándole calor al negocio, la patronal impuso sobre los clubs un gobierno económico riguroso, con la disciplina por bandera y el gasto acotado. La verbena se terminó y así hemos llegado hasta hoy, cuando cada euro es un pequeño tesoro.

Además de consolidar la permanencia matemática y de seguir mejorando posiciones hasta donde sea posible, el Real Zaragoza tiene una misión de alcance de aquí al final de la Liga. Cada puesto que escale vale entre 50.000 y 300.000 euros. La diferencia entre lo que tienen asignado por clasificación por el reparto televisivo el 7º y el 18º es de 840.000 euros, cantidad que repercute directamente en el presupuesto de gasto permitido en la plantilla para la próxima temporada. Es decir, uno, dos, tres o cuatro jugadores de buen nivel para el siguiente proyecto. Eso es lo que está en juego y los fichajes que Láinez tiene entre manos.