Las 24 Horas de Balonmano, Memorial Roberto Suso, estaban llegando a su recta final en la 41ª edición. Fue diferente a otros años porque no cayó una gota de agua. La actividad era incesante en el patio del colegio del barrio de Actur. Engalanado con las banderas de España y de Aragón, se disputaban cuatro partidos escolares. Era la recta final de esta fiesta del deporte que contó con 2.000 jugadores y 160 equipos. El último partido en finalizar fue el de los prebenjamines entre el cuadro local y el Escolapias Santa Engracia. «Tienen siete años estos niños. Llegamos a tener 64 jugadores. Pero ahora no contamos con ninguno. Lo que más me gusta de las 24 Horas es lo bien que se lo pasan los pequeños», decía Curro, técnico de Santa Engracia.

Todos los niños recibieron una camiseta de regalo y una bolsa con un zumo, frutos secos, un pastel y una manzana. Repartían las viandas los veteranos del colegio en la biblioteca. Entre ellos Luis Pedrero, el pope del balonmano aragonés con sus 78 años. «Nos ayudan tres empleadas del colegio y dos veteranos, Ramiro Bragado y Javier Revilla», indicaba Pedrero, que ha vivido las 41 ediciones y recuerda con añoranza los primeros años cuando el colegio estaba en la calle San Vicente de Paúl. «Los mejores recuerdos los tengo de las primeras ediciones. Se hacía todo en una pista y estaba todo más concentrado», recuerda el marista.

El lugar de mayor atención era la barra del bar. Allí se repartían las preciadas cervezas con tortilla de patata, croquetas, montaditos, calamares, huevos rellenos, chistorra, longaniza... Echaba una mano Juanma Giménez, antiguo presidente. «La tortilla y las croquetas van que vuelan. El bar cansa bastante más que los partidos entre veteranos, que van en los genes», decía Giménez. Fue un año diferente. «Ha sido memorable el recuerdo que hemos tenido para Alfonso Mateo. Es un momento cariñoso a una persona que queríamos muchísimo. Teníamos un pequeño dolor y hemos dedicado un ratito para él», reconocía Giménez.