Eran las nueve y media de la mañana cuando se iniciaba la XIV Carrera de la Infancia. Comenzaron los chavales de 14 y 15 años sobre 800 metros. El escenario no podía ser mejor. El Parque José Antonio Labordeta. A esa hora de la mañana casi hacia calor y lucía el sol. Pero conforme fue avanzando la mañana se fue escondiendo el sol. El cielo estaba negro y hubo un momento que parecía que iba a caer el diluvio universal. Quedaban cinco carreras, empezó a soplar el aire y se puso a llover.

Algunos de los voluntarios y padres de los corredores pensaron lo peor, que habría que suspender las últimas carreras. Pero entonces sucedió el pequeño milagro de la mañana. Poco a poco las nubes se fueron apartando y volvió a sonreír el sol. El tiempo se mostró benévolo y dejó hacer las últimas carreras con brillantez.

Las tres últimas carreras eran el solomillo de la mañana. La de la Fundación Down y como colofón las pruebas de los más chicos, los nacidos a partir del año 2015. Sin la gran labor de los voluntarios, nunca podría haberse sacado adelante la primera manifestación del deporte escolar zaragozano que está organizada por el Club Scorpio 71 y Supermercados Alcampo y que contó con cerca de 2.000 corredores.

Uno de los voluntarios más veterano era Manuel. Tiene 54 años y es trabajador de Alcampo. Además es atleta popular del Scorpio. Se colocó en la curva del circuito que estaba junto al pabellón Salduba. «He empezado a trabajar a las siete de la mañana. Aquí siempre se viene con gusto. Hemos montado las vallas, hemos colocado la publicidad y luego hemos estado aquí vigilando a los niños para que no tuvieran ningún percance. A los que lloraban les hemos acompañado un poquito. Me encantan los valores que se les inculcan a los niños en esta carrera», decía este veterano.

La recta final

Tras veinte carreras con el consiguiente protocolo de las entregas de los premios a los cinco primeros, llegó la hora de las tres últimas pruebas del día. Se tuvo que modificar el circuito para dejarlo en una recta del 200 metros en el Paseo de San Sebastián al final de la cual estaba la meta.

Los voluntarios fueron quitando los conos. Entre ellos había caras conocidas como las de Esther Lahoz o su pupilo Dani Ambrós. «Hoy he hecho varios 400 lisos», decía con ironía la turolense con cara de cansancio. Ambrós iba con su típica gorra en la cabeza. «He venido a colaborar a las ocho de la mañana. Me gusta estar con los niños y repetiré más veces. He entregado premios a los primeros y miraba que los niños fueran en línea recta corriendo», explicaba el plusmarquista nacional de 200 metros.

Había voluntarios ilustres como María José Poves, que acompañaba a los pequeños a la línea de salida. «Me encanta venir cuando compiten los más pequeños. Es una gozada verlos correr y la ilusión que tienen. Me encanta pasar el día con ellos y correr a la par. A los más pequeñitos es importante que les acompañe alguien hasta meta», decía la olímpica en Pekín y Londres.

El técnico Alfredo García dio ambiente en la megafonía. Junto a él había atletas dirigiendo el calentamiento de los pequeños deportistas antes de empezar su carrera. Entre ellos dos atletas de lujo del Alcampo Scorpio: la vallista Elisa Cortés y la mediofondista Isabel Macías.

Tras el maratón de 22 carreras, llegó el final con la prueba de las niñas de menos de cuatro años. «¿Cómo están ustedes?», decía por el micrófono Alfredo García. Y acababa el show de Fredi. «Levantad las manos par ver si estáis preparadas. ¿Los papás están preparados? ¿Los móviles encendidos? Os vais a llevar una camiseta superchula, una bolsas y una Copa si corréis mucho. ¡A tope, a tope, a tope!», exclamaba el animador tras darse el pistoletazo de salida.