No se veía tanta gente en las calles de Madrid desde que la selección española paseó por ellas el título de campeona mundial conquistado en Suráfrica. Ayer, el trayecto desde el Vicente Calderón hasta la plaza de Canovas del Castillo, donde suele festejar el Atlético, se vistió de rojiblanco para homenajear a los campeones de Liga 18 años después. Allí, alrededor del grupo escultórico de Neptuno, esperaban más de 100.000 personas para rendir homenaje a sus ídolos y pedirles que no se queden en lo conseguido el sábado en el Camp Nou, por grande que haya sido. Dentro de cinco días espera el Real Madrid en Lisboa en la final de la Champions y solo pensar en la posibilidad de superar allí a los blancos pone los pelos a todos los colchoneros sin excepción.

"Esto es el premio al trabajo, al sacrificio, al amor por unos colores que no se compra, pero no es más que el principio. Lo mejor está por lelgar", dijo Gabi, el capitán, el último en acceder a la plataforma preparada para culminar la celebración. El mismo que antes de medirse al Barça en los cuartos de final de la primera competición europea aseguró que todos los jugadores del Atlético, sin excepción, se encontraban en el mejor momento de sus carreras deportivas y que ninguno se conformaba con un solo título mientras hubiese opciones de luchar por los dos.

A Del Bosque le tuvieron que sonar los oídos con la insistente reclamación de la gente de que le haga un hueco en la expedición a Brasil. Diego Pablo Simeone, aclamado en el recorrido por las calles madrileñas, también echó mano del micrófono para encender a los entregados seguidores rojiblancos. Animó a todos a aspirar a mucho más. "No es solo una Liga, muchachos. Es mucho más que eso. Si se cree, si se trabaja, se puede. Así que arriba todos, vamos", afirmó el Cholo antes de arrancarse a cantar el "campeones, campeones" en la séptima visita al dios romano en los últimos cuatro años.