Es una final. Y en Maracaná. Pero no es la final del Mundial del próximo 13 de julio. Es solo el segundo partido. Si no gana España a Chile, caerá al abismo. Al abismo de una irrepetible generación de jugadores que han transformado el fútbol español hasta convertirlo en el Brasil del siglo XXI. Dueños de un fútbol artístico, de toque, tan singular, tan único y tan bello que no ha encontrado réplica alguna. Y aquí han llegado, hasta el templo del futebol, hasta Maracaná, con una soga al cuello por la terrible derrota con Holanda en un larguísimo viaje desde Salvador de Bahía a Río de Janeiro. Ganar o de vuelta a casa, tal si fuera la Francia del 2002 o la Italia del 2010, incapaces de defender con honor su corona, devueltas a casa a la primera.

España está ahí, en un territorio desconocido en los ocho últimos gloriosos años. Víctima de un imperdonable error, no solo por la derrota ante Holanda sino porque perdió su esencia. La actual campeona del mundo se asoma «con ansiedad controlada», según dijo ayer Vicente del Bosque, al precipicio. Acorralada por su estrepitosa caída, intentando recuperar las constantes vitales después de haber sido zarandeada de tal manera que todos sus pilares (Casillas, Xavi) se desmoronaron. El fútbol, generoso con lo que ha recibido de ellos (cambiaron la manera de entender este juego), les concede una nueva oportunidad. Tal vez la última. Y desde el agradecimiento que será eterno a la España del toque, viven la final de Río.

Y de forma inusual, Del Bosque esgrimió un discurso más enérgico, con el mismo tono, pero detrás de cada palabra, cuidadosamente escogida, se escondía un mensaje. Un mensaje dirigido al corazón de los jugadores, a esos que ha respetado del primer hasta el último día, convencido, y los resultados así lo avalan, de que eran la mejor opción.

ALEGATO DEL TÉCNICO / Sin que nadie le preguntara, el técnico esgrimió el eje de su alegato antes de enfrentarse hoy a la suicida Chile de Sampaoli, obra de un loco, Marcelo Bielsa, perfeccionada incluso en algunos aspectos. Y con una palabra que lo define todo: «Rebeldía». Llegado el momento en que el mundo tiembla bajo los pies, Del Bosque escogió el camino más directo. «Es verdad que estamos muy dolidos y, en esta situación de gran responsabilidad, queremos salir adelante con la respuesta de los jugadores y desde esa rebeldía ante un resultado tan duro para nosotros», reveló el técnico, cuyo dolor por el 1-5 no se le irá nunca. Ni a los jugadores, tampoco. Más allá de los cambios en el once («he valorado todas las circunstancias y posiblemente hagamos algún cambio, pero tampoco serán muchos», dijo) lo que exige es una actitud diferente.

PIEZAS NUEVAS / No es cambiar el ataque (Pedro por Silva, y Villa -cuya candidatura cobra más fuerza- o Torres en el sitio de Costa) ni siquiera modificar los laterales. Lo que pide, lo que exige, lo que busca Del Bosque es otra manera de jugar. El estilo de siempre fusionado con la actitud hambrienta necesaria para sobrevivir en un partido que medirá no solo a los jugadores en el fútbol sino en su fiereza competitiva. Hasta ahora, ni un reproche. Pero Holanda desmontó esa certeza. «Desde la rebeldía», dijo el técnico, usando por segunda vez ese concepto, abandonando la «desazón» de estos días, «tenemos que ser agresivos, no achicarnos, ser valientes», insistió Del Bosque, abriendo, además, una nueva vía. «Debemos tener nuestra propia identidad y no perderla, pero mezclándola con otra forma de jugar, menos habitual en nosotros, pero con la que le podemos hacer daño a ellos». Rebeldía, compromiso, respeto -«sería un acto de irresponsabilidad deportiva decir que vamos a buscar una goleada»- y una final sin vuelta atrás.

«Con ansiedad también se juega bien, se multiplica el mayor rendimiento. Lo malo es el desmayado pasotismo y decir que si perdemos no pasa nada», instó el seleccionador que ha vivido, como el equipo, sus peores días. Algo se rompió en la hermosa España el viernes en Salvador de Bahía y hoy se sabrá si todavía se está a tiempo de recomponerla. Será Maracaná el templo que dictará si aún existe futuro para una campeona que desea rebelarse.