De forma inexorable y antes de lo esperado, los rumores de fichajes abruman a un Madrid al que se le acumulan listas de deseados, declaraciones de amor de futuribles y cifras multimillonarias. Desde la llegada de Zidane, se dio por cerrada definitivamente la presente temporada para mirar al futuro, a un nuevo proyecto al que el diario francés L’Equipe añadió una cifra: 500 millones de euros, como el presupuesto que Florentino Pérez va a destinar a tres nombres deseados desde hace tiempo, de forma pública y notoria, por el Madrid y por Zidane: el mediapunta del Chelsea Eden Hazard, el centrocampista del Manchester United Paul Pogba y el gran deseado, la perla de 20 años del PSG Kylian Mbappé.

Aún con el montante a cuestas, y pese al atractivo como club que ha recuperado con el retorno de Zidane, la situación del Madrid en el mercado sigue siendo muy precaria, sin posibilidad de imponer sus deseos a base de dinero, no le queda más que convencer a los jugadores y forzar la situación hasta que el traspaso sea inevitable.

Por ese camino va Hazard. El del Chelsea termina contrato la próxima temporada y ya ha declarado en varias ocasiones su disponibilidad, aunque desde Londres, condicionados por la prohibición de fichar en un año, la resistencia va a ser fuerte. El belga no está solo, ya que el Madrid necesita fondo de armario y hay más jugadores que se acercan al final de sus contratos y pueden salir a un precio más o menos asequible, desde el danés Eriksen, del Tottenham, hasta el alemán del Manchester City Leroy Sané, que termina su contrato en el 2021.

EL NUEVO GALÁCTICO

El caso de Mbappé es mucho más complejo. El Madrid no apostó por él cuando pudo, el verano del 2017 cuando se marchó al PSG, pero se ha convertido en el gran deseado de la afición y del club. Con estatus de superestrella mundial a los 20 años y con el poderío económico del club parisino detrás, sacar a Mbappé es una misión imposible para el Madrid, que necesitaría de la connivencia total y pública del jugador para forzar un traspaso después de negar cualquier interés.

Es un modo de operar que Florentino maneja con soltura y al que ha recurrido con frecuencia desde el sillón de presidente del Madrid. El primero fue Ronaldo Nazario, que firmó a una hora del cierre en el 2003 tras unas intensas negociaciones con el Inter, le siguió al año siguiente David Beckham y, un verano después, Sergio Ramos, hoy capitán, que salió el último día de Sevilla con un acuerdo entre Florentino y José María del Nido por 27 millones. El último en llegar así fue Bale, un 1 de septiembre del 2013, tras un largo e intenso verano.

Otro anhelo casi histórico de Zidane es su compatriota Pogba, que maravilló en la Juventus pero los más de 100 millones que pagó el Manchester United para recuperar al que fuera su canterano se antojan un montante demasiado alto para su rendimiento en Inglaterra. La inversión necesaria para que llegue a Madrid no se atisba inferior a lo que costó en el verano del 2016.

El Madrid, con Zidane como nuevo jefe de operaciones, ha arrancado la maquinaria de fichar y solo el mercado determinará si sigue engrasada o el paso del tiempo ha dejado obsoleto un modelo desgastado.