Desde que se agachó en Sochi ante Portugal y dejó que su cuerpo se alejara de sus manos (o viceversa), toda España no deja de mirarle. Anda David De Gea obnubilado por el potente foco que ilumina la portería de ‘La Roja’. Una portería inestable, ocupado por un chico tímido e introvertido que suele construir, ya sea en el éxito o en el error, un potente caparazón a su alrededor.

Así de agazapado anda el guardián de la casa, al igual que todos los jugadores, que no entienden tanta crítica a una selección que ha terminado primera de grupo en un Mundial que se ha llevado por delante a colosos como Alemania.

Se miraba antes solo a De Gea, luego la luz del debate acabó llegando incluso a leyendas como Ramos, irreconocible ante Marruecos, o Piqué, despistado en un saque de banda que provocó, eso sí, la primera parada del meta del United en este Mundial. Llegó a los 205 minutos de competición.

Y es, de momento, la primera y única intervención decisiva de De Gea, ídolo auténtico en Old Trafford y discutido en la selección, donde ahora se le mira también como coartada de un problema que va mucho más allá de que a él le tiemblen las manos.

Es tan grave, por mucho que los jugadores estén escocidos por tanta crítica al mal juego, que la luz del foco ha cambiado de destino. Se mira ya también, y con mucha atención, a Fernando Hierro, el nuevo seleccionador. Hasta ahora parece haber sido absolutamente respetuoso con todo lo que dejó escrito Lopetegui antes de fichar por el Madrid. No ha tocado nada, solo matices obligados en el lateral derecho (Nacho hizo de Carvajal antes de que este se recuperara) y va rotando, Koke, Thiago, el escolta de Busquets en el centro del campo.

Ahora, en cambio, la pregunta de es mayor magnitud. ¿Hará Hierro un Sampaoli? El técnico argentino, traicionado por los pies poco delicados de Caballero que se enredaron ante Croacia, cambió de portero en pleno Mundial. Quitó a Willy, el suplente del Chelsea (apenas 3 partidos en un año en la Premier a la sombra de Courtois) y se puso en las manos de Franco Armani (31 años, 0 partidos como internacional antes de debutar este martes en Rusia). El gol de Messi a Nigeria perdurará en la memoria, el de Rojo ya es historia, pero pocos recordarán que Armani tuvo una intervención decisiva, todavía con 1-1 en el marcador. Se agachó ante la llegada de Musa y agigantó su cuerpo para esconderle los espacios. Evitó el gol y abrió la puerta de la esperanza a Argentina.

Reina sale de unas molestias

¿Existe algún Armani en España? No. Hierro, si decide prescindir de “uno de los tres mejores porteros del mundo”, como calificó él a De Gea antes del duelo contra Irán, tiene dos opciones: Reina y Kepa. A sus 35 años, Reina lleva cuatro Mundiales y un solo partido defendiendo la portería de España. Hace cuatro años jugó en Curitiba ante Australia cuando la selección ya estaba eliminada. Ahora, además, ha vivido esta última semana unos ligeros problemas físicos (padecía una “sintomatología cervical”), que le alejaron del césped. Pero ya trabaja con normalidad con el grupo.

La segunda opción es Kepa, el prometedor guardameta del Athletic. Apenas 23 años y un solo partido con España, el amistoso con Costa Rica. Manos de futuro, que se podrían quemar, sin embargo, en este angustioso presente, teniendo en cuenta también que solo ha disputado 54 encuentros en Primera División. Dice, y siente, estar preparado para todo. Hasta para debutar en un Mundial, a pesar del estresante curso que le ha tocado vivir debido al interés del Madrid en ficharle (Zidane se negó), antes de estampar su renovación por el club de San Mamés hasta el 2025, con una cláusula de rescisión fijada en 80 millones.

El precedente de Molina en el 2000

Vive Hierro una encrucijada en la portería que no se recuerda desde hace 18 años en ‘La Roja’ cuando Camacho cambió en plena Eurocopa del 2000 a Molina (el titular, aunque el Atlético acababa de bajar a Segunda) por Cañizares, el meta del Valencia que llegó, y perdió, la final de la Champions contra el Madrid de Raúl (3-0) en Saint Denis. “En ese momento me quería morir”, comentó el entonces guardameta rojiblanco que salió en busca de un balón aéreo, con la desgracia de que el noruego Iversen sentenció su carrera como internacional.

Era también el partido inaugural y, curiosamente, Hierro era el capitán de aquella España. Ahora es el seleccionador. Desde el 2000, no se toca nada bajo los palos. Al menos, en competición. Llegó Casillas y se adueñó para siempre de esa casa, dejando solo migajas a los demás.

Se acerca Rusia y ya no se mira solo a De Gea o la permeable estructura defensiva de España (seis remates a puerta, cinco goles encajados y una sola parada) sino que se escruta cada gesto de Hierro. Se analiza cada gesto y cada mirada del técnico para saber si repetirá en Moscú lo que hizo Camacho en Rotterdam. Y si Cristiano Ronaldo será ahora el ‘Iversen’ de David.