Ni Messi ni Griezmann. El protagonista indiscutible del primer duelo de octavos fue un joven de 19 años con cara de niño y cuerpo de atleta que destrozó a la selección argentina. Kylian Mbappé, tan letal como fantástico, comandó la victoria de Francia tras una montaña rusa de emociones que acabó con justicia (4-3). La energía y el talento de los 'bleus' liquidaron a una albiceleste orgullosa pero caduca. Messi vuelve a casa con otro fracaso. El Mundial sigue siendo su cuenta pendiente. ¿Tendrá una última oportunidad en Qatar?

Se acabó el sueño de la estrella azulgrana, que topó con un rival superior en todos los sentidos. Hubo unos minutos de esperanza en el inicio de la segunda parte, pero al final se cumplió la lógica. La derrota supone el cierre de un ciclo para muchos jugadores, empezando por Mascherano, el ejemplo más claro de una selección oscura que no ha jugado a nada en Rusia. Sobrevivió de milagro en la primera fase y este sábado acabó en la calle. No seguirá Jorge Sampaoli y habrá muchos cambios tras un duelo clarificador. Argentina no está a la altura de las grandes selecciones del mundo. Es una realidad evidente.

Messi, de falso nueve

Después del agónico triunfo ante Nigeria se planteó la posibilidad de que el técnico repitiera por primera vez alineación desde su llegada al cargo hace un año. No fue así. En su 15º partido colocó su 15º once diferente, con la entrada de Pavón por Higuaín, movimiento que condujo a Messi a la posición de falso nueve. La idea era que el astro azulgrana tocara más balón para encender la luz, pero el resultado fue muy diferente. Le costó horrores intervenir al mejor jugador de la historia.

Con un Maradona más relajado y 35.000 argentinos en las gradas del Kazán Arena la albiceleste tuvo un comienzo desastroso. Mucho mérito tiene esa extraordinaria afición (hay 53.000 argentinos acreditados en la Fan ID), capaz de agotar trenes y aviones que llegaron a costar 900 euros para desplazarse de Moscú hasta la sede del partido, a orillas del Volga.

Galopada de Mbappé

Marcos Rojo, el héroe de esa clasificación, bajó a la realidad en los octavos. Su partido fue horrible, solo superado por Mascherano, una caricatura de jugador. La puesta en escena francesa, en cambio, fue excelente. Un larguero de Griezmann en una falta (m. 8) fue el preludio del 1-0, gestado en una maravillosa galopada de 70 metros de Mbappé. Perdió un balón Messi en los alrededores del área y el astro del PSG ridiculizó a todos los oponentes que se pusieron en su camino. Rojo intentó derribarlo fuera del área con una contundencia similar a la que mostró Bartra en aquella final de Copa ante Bale. No solo no logró su objetivo sino que la jugada acabó en penalti. Griezmann no falló (m. 11).

Decía Sampaoli que la diferencia de edad entre ambas selecciones no era ningún inconveniente. En el césped se demostró justo lo contrario. El vigor de hombres como Pogba, Mbappé y Lucas contrastaba con la decadencia de una selección con 30 años de media. Solo la competitividad y el carácter sostuvieron a Argentina, que puso las tablas con un excelente zurdazo de Di María (m. 41) en un despiste galo. Se marchó al descanso la albiceleste con un empate totalmente inmerecido después de exhibir unas carencias descomunales.

Reacción increíble

Estaba en la lona Argentina, pero se levantó de forma increíble. Mercado marcó el 1-2 (m. 48) con un gol surgido de la nada. Pasaba por allí el defensa del Sevilla en un tiro de Messi con tal fortuna que tocó el balón de casualidad y la pelota acabó en la red. De milagro en milagro el equipo albiceleste atisbaba los cuartos pero Francia volvió a acelerar. Pavard reestableció la igualada con un misil imparable (m. 58) y Mbappé se encargó de coronar su fantástico partido con dos goles determinantes (m. 63 y 69). Agüero cerró el marcador del mejor partido del Mundial con el tanto final de una Argentina tan limitada como orgullosa.