La poca honra que le quedaba al danés Bjarne Rijs, director del equipo CSC, la perdió ayer camino de Villard de Lands en una maniobra vergonzosa que pasará a los anales de la carrera. Este hombre, que nunca habría ganado el Tour del 96 de no mediar la ingenuidad y consentimiento del jovencísimo Ullrich, infinitamente más fuerte que él en aquella edición, y por un hematocrito escandaloso que le valió el sobrenombre de Señor sesenta por ciento, abrió ayer de par en par la ventana más lamentable del ciclismo, la del fraude. Ullrich, que fue sometido por Armstrong en los Pirineos, pero a quien no se le puede negar un pundonor y una clase extraordinarias, quiso poner en apuros al americano en un momento crucial de la etapa. Su interés por dinamitar la clasificación, pese a que el mayor beneficiado era Basso, era una empresa difícil y admirable pues en el ciclismo de hoy no abundan precisamente testimonios como los del alemán.La etapa se puso al rojo vivo y el US Postal quedó bastante mermado. Rijs, que tenía dos hombres junto a Armstrong y además a

Voigt por delante, mandó parar a éste para hacerse cargo del grupo de Armstrong y llevarle en butaca hasta la rueda de Ullrich. En vez de aprovechar el momento para probar al americano y quién sabe si para tomar ocasionalmente el maillot amarillo con Basso, pues equipo no le faltaba, hizo de sus corredores gregarios de Armstrong en medio de una situación denigrante y esperpéntica. Excelente reconocimiento el de Rijs para la generosidad que en su día tuvo con él Ullrich, poniéndole además a un compatriota suyo --Voigt-- a machacar su genial escapada. Este inmoral director de equipo, por cierto, esquirol con sus colegas y pelotillero de lujo con Leblanc en el Tour del 98, ayer quebró la sagrada ley del ciclismo en un manifiesto fraude de ley que lamina el poco interés que ya de por sí tenía este Tour. ¿De qué nos sirve hoy pisar el territorio sagrado del Alpe d´Huez con los dos mejores equipos de la carrera compinchados y del bracete?Nadie duda que Armstrong lleva de calle este Tour, que sus rivales son mucho menos rivales de lo que se esperaba y que su equipo le controla la carrera hasta un tiro de piedra de meta. Pero es intolerable que el miserable Rijs hunda la carrera humillando a Basso y a todo su equipo. ¿A cambio de qué?