El Real Zaragoza vivió un claro frenazo a todos los niveles, en la tabla y sobre todo en las sensaciones, en su visita al colista. En un partido que tuvo que ganar sacó solo un punto porque resucitó su versión más vulnerable y gris en la consistencia para dar vida a un Sevilla Atlético, que marcó dos goles, ambos de Carlos Fernández, aprovechando las concesiones atrás del equipo zaragocista, que estuvo nervioso y que dio demasiadas facilidades al enemigo, sobre todo en su pareja de centrales, con Verdasca volviendo a su época más oscura de pretemporada, y en Ángel. Dos buenos centros del siempre valiente y decidido Delmás y dos remates con gol de Borja Iglesias, que mandó otra al palo, salvaron al equipo zaragocista, que pudo ganar en el cuarto de hora final, pero que le faltó acierto ante un enemigo roto en esos momentos.

El partido vuelve a ofrecer dudas tras la versión más consistente del Zaragoza, la que le dio para sumar siete puntos de nueve en la semana del Pilar, y además supone un parón clasificatorio a la escalada zaragocista, que tenía en la victoria en la semivacía Ciudad Deportiva Cisneros Palacios un paso más que obligado. Es verdad que el equipo lleva seis jornadas sin perder, pero el encuentro de ayer, por el cómo venía y ante el rival que tenía enfrente, supone un jarro de agua fría.

Con el único relevo de Ángel por Alain en el lateral izquierdo, un cambio que fue nefasto para la capacidad ofensiva del equipo, salió el Zaragoza para jugar ante un filial que desde el principio demostró ser un manojo de nervios e inseguridades. Por eso es el colista y por eso también no ha ganado aún en 11 jornadas. El Zaragoza gobernó de salida el pleito, pero careció de profundidad, con un fútbol que rayaba la apatía. Solo pasaban cosas cuando Febas tomaba el balón, casi siempre frenado en falta por el rival, mientas que el Sevilla Atlético apenas llegó a la portería de Cristian Álvarez antes de adelantarse en el minuto 18 tras una jugada donde el mal balance defensivo y la escasa fortuna se aliaron en contra del equipo zaragocista.

Matos puso un centro que despejó horrible Ángel y que no mejoró Verdasca para alejar el peligro. El balón, tras golpear en Carlos Fernández y en Cristian Álvarez, terminó por dar en el punta sevillista para entrar con suavidad en la portería.

El gol golpeó mucho el ánimo zaragocista, que tenía más el balón, pero que no encontraba caminos, con Toquero muy desdibujado y con Eguaras y Buff desaparecidos. Así, comenzó el festival de errores atrás: Cristian Álvarez estuvo cerca de propiciar el gol de Curro, un mal despeje de Ángel trajo el remate de Pozo y llegó una media chilena de Carlos a centro de Curro después de un pase fallado por Mikel.

El Zaragoza era un espectro en el desangelado campo y sólo asomó con algo de vida en el tramo final. Así, en el 40, una buena apertura de Buff, en su única acción de mérito en todo el partido, la continuó Delmás con un centro preciso que Borja, entre los centrales, remató para batir a Soriano. Acto seguido, Borja, en otro buen envío de Delmás, no acertó, ni tampoco Zapater en una buena jugada de Febas.

MAL TRAS EL DESCANSO

El partido estaba para ganarlo a poco que el Zaragoza hiciera las cosas bien en la segunda parte. Las empezó, sin embargo, haciendo peor. Olavide se fue de Febas y de Toquero y Eguaras, en una noche espantosa, concedió todas las facilidades para el centro de Fede, que Carlos, ante el despiste de Verdasca, mandó de cabeza a la red.

Con ese gol arrancó el segundo acto, donde de nuevo solo Febas traía algo de luz para crear fútbol. No demasiada, eso sí, porque el Zaragoza andaba precipitado y ansioso y sin un buen trabajo en la presión. Buscó más llegada Natxo González con Vinícius, pero el Zaragoza aún pudo encajar un tercero tras un error primero de Eguaras y después de Mikel que no aprovechó Olavide.

Natxo sí acertó con las salidas de Papu y Alain cuando restaban 20 minutos, porque el Zaragoza ganó profundidad y llegada a toneladas. Avisó con un remate al palo Borja tras una buena acción individual después de un pase de Febas. Soriano tocó lo justo para desviar el balón. El delantero, poco después, se desquitó en un buen remate tras un centro de Delmás, un lateral lleno de fe que merece muchos partidos. El Zaragoza, en la recta final, lo tenía todo para ganar, volcado sobre el área rival y con un enemigo derrumbado y sin armas. Lo intentó Papu dos veces, la tuvo Vinícius, Febas remató mal con todo a favor y Papu pecó de egoísta ya en la última jugada, una contra fácil que estropeó por su individualismo. Ahí se fueron la victoria y dos puntos para ratificar un empate de mal sabor de boca.