Dos semanas después de la muerte de Francisco Javier Romero Taboada tras la reyerta masiva entre ultras del Atlético y del Deportivo en las inmediaciones del Vicente Calderón, el fútbol volvió al estadio rojiblanco y el Frente Atlético (FA) no se hizo notar ni fuera ni dentro del recinto donde se disputó el partido contra el Villarreal con la peor entrada de la temporada, unas 30.000 personas. Tras su expulsión, pese a que insiste en que no puede ser expulsado ya que nunca fue una peña oficial, el FA no se atrevió a reaparecer como había amenazado. El fuerte dispositivo policial y la previsible contestación por parte de la mayoría de los seguidores rojiblancos les disuadió.

"Tras lo ocurrido, es lógico que se hayan tomado medidas", decía un aficionado. Con unos 20 furgones de la policía alineados a escasa distancia del acceso, los aficionados eran sometidos a un primer control por parte de las fuerzas de seguridad, que les pedían el DNI y el abono. Cincuenta metros después tenían que volver a mostrar la documentación en los cinco accesos individuales a los que se llegaba por cinco pasillos vallados.

Ya dentro, y pese a la ausencia de cualquier elemento que hiciera referencia al Frente, a los aficionados presentes en el fondo sur, en el que se apreciaba un significativo vacío en la zona central ocupada normalmente por el núcleo duro del grupo radical, no se les permitió entonar los cánticos que pretendieron. ñ¡Somos nosotros, Atleti somos nosotros!", comenzaron a gritar y los pitos del resto del estadio los acalló. Y así cada vez que intentaron hacerse oír. "No estoy ni con unos ni con otros", declaró Gabi al término del encuentro para matizar: ñValoro a la gente que siempre nos ha animado con deportividad y ha estado a nuestro lado".