El guion parecía escrito para que Tom Dumoulin asaltara el liderato de Simon Yates. El británico, líder del Giro de Italia desde la sexta jornada, había flaqueado el jueves y el holandés tenía dos jornadas de montaña para hacerse con la maglia rosa. Pero Chris Froome hizo saltar por los aires todas las previsiones. Con un ataque lejano que ya es historia del ciclismo reventó al líder, que se dejó 38.51 minutos, y aventajó en más de tres al holandés, que a falta de una etapa de montaña y del paseo dominical por Roma sigue segundo en la general, a 40 segundos, aunque ahora detrás de un rival mucho más sólido.

«No había hecho algo así en toda mi carrera», admitió Froome, cuya ofensiva recordó a la de Alberto Contador en Fuente Dé. «Pero sabía que para hacerme con la maglia tenía que hacer alguna locura, no me valía con atacar en el último puerto», añadió el corredor, que ya atisba su primer Giro, la única gran vuelta que le falta, si bien su positivo por salbutamol en la pasada Vuelta deja en el aire todos los resultados logrados desde entonces.

«Mañana (por hoy) será otro día difícil, pero mis piernas están cada vez mejor con el pasar de los días. Las últimas dos etapas decidirán el ganador final. Primero entre Susa y Cervinia (218 kilómetros) y el domingo en Roma sobre 115 kilómetros.