De los seis Tours que ha ganado Lance Armstrong, el del año pasado, el del centenario precisamente, fue el que consiguió de manera menos autoritaria, según Eusebio Unzué, director del Banesto entonces y hoy del Illes Balears. "Muchos directores, que seguimos toda la carrera auxiliando a nuestros ciclistas, llegamos a pensar que, por primera vez, en cinco años, iba a caer derrotado en París". Según el técnico navarro, en su victoria colaboraron tanto el propio estadounidense como su gran rival de aquella edición, el alemán Jan Ullrich. "Creo que le echó una mano a Armstrong con sus errores tácticos. Un año después, no creo que Armstrong fuera superior a Ullrich, más bien todo lo contrario", sentencia.

Para Unzué, el alemán tomó decisiones erróneas, muy desacertadas, en los momentos cruciales de la prueba. "Fue un fallo monumental su ataque en la subida al Tourmalet, en la etapa que acabó en Luz-Ardiden, que luego ganó el americano. No sé quién se lo dijo o por qué se le ocurrió atacarle, cuando sólo estaba a 15 segundos en la general". Según el director del Illes Balears, Ullrich debió haber adoptado una actitud mucho más conservadora. "Le iba bien ir a rueda de Armstrong porque sabía que era más fuerte que él en la contrarreloj. Si mantenía esa mínima diferencia en la general, le habría superado sin ningún problema en la contrarreloj final de Nantes y se habría llevado el Tour. Por esta razón, su ataque en el Tourmalet fue una locura absoluta".

A partir de lo que sucedió en la pasada edición, explica Unzué el comportamiento de Armstrong en la carrera que acabó ayer en París. "Creo que sus exhibiciones y su forma de actuar de este Tour, al no realizar ni una concesión a sus rivales, se deben a la rabia y al amor propio herido de hace un año, cuando se le cuestionó al comprobar sus titubeos como líder de la prueba". Unzué reconoce que el desarrollo del Tour del 2003 llevó a pensar a muchos directores que Armstrong había iniciado su declive y que era batible. "¡Qué equivocados estábamos entonces!".