David Generelo no es un futbolista con capacidad de enamorar a la grada, porque es el paradigma del fútbol sencillo, destinado a la sala de máquinas y alejado del centro de creación, pero el centrocampista, que tiene ficha del filial, está agigantando su presencia en el equipo en un papel que él domina y en el que el Zaragoza sufre: el juego sin balón. No es una casualidad que sus dos últimas apariciones en el once, en Pamplona y ayer, se hayan saldado con un cero en la portería zaragocista, ni tampoco que el partido en Sevilla se empezó a perder con su injusta expulsión. Su labor la refrendan los números, que también se encargan de garantizarle muchos más minutos hasta final de temporada, sobre todo si el conjunto aragonés no pesca finalmente un refuerzo invernal en esa demarcación en este mes.

Su partido ante el Atlético de Madrid se resume en una palabra: sencillez. Tanto a la hora de buscar a los compañeros en el pase, eligiendo casi siempre la salida más corta y la menos arriesgada y cometiendo contados errores, como en el momento de realizar una función de escoba por delante del eje defensivo formado por Alvaro y Milito en la que rozó la perfección, anulando además la salida de balón del Caño Ibagaza, un futbolista tan pequeño en estatura como gigantesco en calidad que pasó bastante desapercibido por el césped de La Romareda.

Con esta actuación y con la de Pamplona, Generelo ha demostrado que no sólo es un especialista para partidos en los que predomine el músculo. Este Zaragoza debe construirse a partir de la solvencia atrás, de una pareja de centrales que es de las mejores del campeonato y de un portero con acreditada seguridad. Y, por delante de ellos, el trabajo de Generelo, el único especialista en la plantilla en el juego sin balón, fomenta un buen primer muro de contención que se fortalece en la presión y en la actitud del grupo. No es, sin duda, una apuesta visual, pero el fútbol hace tiempo que abandonó los terrenos del espectáculo para abonarse más al pragmatismo.

A partir de esa idea, la figura del centrocampista nacido en Badajoz se incrementa y, es verdad, la grada va a tener difícil convertirlo en uno de sus ídolos, porque su trabajo no luce demasiado a los ojos del espectador aunque resulte imprescindible. Así lo ha entendido Flores en los últimos dos partidos y Generelo ha respondido a esa confianza del técnico con creces, demostrando que está adquiriendo el poso necesario para confirmar las cualidades que siempre dejó entrever y dejar claro que en la medular zaragocista hay más vida al margen de Leo Ponzio y Soriano. Una demostración, por cierto, plagada de sencillez y efectividad.