Las retransmisiones de los partidos de La Roja que ofrece Tele 5 están consagrando una nueva modalidad de disfrute, de cariz chusco y jocoso, que se añade a la incertidumbre por el devenir de las jugadas y del resultado. Consiste en seguir los encuentros atendiendo a José Antonio Camacho, exseleccionador nacional y ahora comentarista de cabecera de Mediaset. A mitad de camino entre el chascarrillo de barra de bar y la opinión previsible del cuñado forofo, las camachadas conforman ya un subgénero del análisis futbolístico y otorga a su autor un protagonismo digno de figura mediática.

El exentrenador lo pone fácil: en el enfrentamiento contra Irán, Camacho volvió a regalarle a la audiencia un manojo de frases de depurado camachismo, expresión de la pasión futbolera consistente en interpretar el juego subrayando obviedades y soltando topicazos con voz cazallera y un palillo entre los dientes.

Que nadie espere de él sesudos análisis de las jugadas. Lo suyo es calentar los corazones del público con un «¡vamos, que ellos suben, pero bajan en esprint!», como advirtió tras un repliegue de Irán, y tranquilizar a la afición afirmando solemne: «El tiro no ha sido bueno, pero a lo mejor el siguiente sí es bueno», corolario marca de la casa.

Frente al experto que interpreta y pronostica, el fuerte de Camacho consiste en describir a toro pasado con lenguaje llano. «Le ha metido el cazo», dijo para afear una falta sufrida por Busquet. «El balón ha pasado por encima de las cabezas, como peinándolas», observó a un lanzamiento de Irán. Como el forofo que le grita al televisor en el salón de su casa, Camacho tiraba de imperativos para pedirle a Piqué «¡quédate ahí!», tras una subida del central al área contraria. Después del gol de Costa, prevenía a todo el equipo: «¡Cuidadito, ¿eh?, no podemos dormirnos!».

¿Hay que proponer estrategias? Ningún problema: en el mismo minuto, Camacho puede pedir tiros de lejos, «porque tampoco vamos a entrar siempre hasta la cocina», y acto seguido exigir: «Hay que pisar más el área». Aunque su gran aportación de la velada a la teoría futbolística fueron dos comentarios: «Es muy difícil robarles el balón a ellos, porque no lo tienen»; y: «Es fundamental que los centrales estén centrados».

Acabado el España-Irán, rechazó una invitación de la cadena para participar en la tertulia que siguió al partido. Una cámara indiscreta captó el momento en el que el de Cieza, que lleva mejor las sobaqueras de las camisas desde que es imagen de una firma de desodorantes, hacía aspavientos para negarse. Una cosa es comentar el encuentro con Kiko y Carreño, y otra sacarle punta con Matamoros y el conde Lequio.