Con sus abalorios, con decenas de causas y de consecuencias, con explicaciones de todos los tipos, tácticas, emocionales, puramente azarosas, al final el fútbol son números: el que más puntos hace, gana. Para llegar a ese instante cumbre hay muchos caminos. La mayoría con callejones sin salida y unos pocos, fuente de la felicidad. Desde su regreso al Real Zaragoza, Víctor Fernández ha elegido como vía un estilo. Una manera de entender el fútbol que defiende con convicción desde hace más de dos décadas, reconocida, empática, de juego combinativo, muy ofensivo, vertical y siempre con el objetivo de atacar al contrario y con la mirada puesta en la meta rival.

Los números, que al final del camino lo son todo, están de su lado: ha mejorado sensiblemente el ritmo de puntuación de sus dos predecesores (66% de los puntos ganados por el 20% de Alcaraz y el 36% conseguido por Idiakez). Pero, por encima del resto de consideraciones, ha conseguido que el equipo vuelva a estar capacitado para sumar victorias de modo regular y convincente.

Ha ganado tres, pero ha podido ganar los cinco encuentros. En esta fase liguera, el Zaragoza está jugando el mejor fútbol de Segunda. No es poca cosa en tan pequeño espacio de tiempo y viniendo de donde venía, de jugar tan mal como el peor.