A vueltas con el compromiso de jugadores como Diego Costa y Cesc Fàbregas para encarar una etapa aún más empinada de lo previsto con vistas a la Eurocopa de Francia 2016 por el grave traspié ante Eslovaquia en Zelina (2-1), la selección española retoma la actividad oficial con un partido en el que se trata de salvar la amenaza de que el panorama se complique todavía más. Ganar sí o sí a Bielorrusia esta noche en el Nuevo Colombino no significará otra cosa que haber cumplido con una obligación insalvable, aunque sean de la partida los once futbolistas que no estuvieron en el Mundial de Brasil que están en la convocatoria, que no será el caso.

Juegue quien juegue, todo lo que no sea sumar con autoridad los tres puntos será echar más leña al fuego de una reconstrucción incierta, a tres días de la cita en Vigo con los campeones del mundo, los alemanes, que después de perder ante Polonia el mes pasado en el segundo partido de la fase de clasificación, tampoco pueden dejarse llevar por la corriente del desprestigio nada más colgarse una nueva estrella mundialista.

Pararse a pensar en que 'la Roja' tuviera que enfrentarse hoy a un compromiso de exigencia máxima ante un rival mucho más temible que el bielorruso (dirigido de forma interina por el exjugador del Racing Zygmantóvich, que relevó Georgy Kondratyev tras la última derrota en casa también ante Eslovaquia) supondría agudos dolores de cabeza para Vicente del Bosque.

Transición no tan dulce

El técnico está obligado a mostrarse convencido de que cuenta con mimbres para volver a hacer un cesto al que vaya a parar un nuevo título en menos de dos años. Dadas las circunstancias, cuesta trabajo imaginárselo, pero el seleccionador está en su papel y nada le molesta más que quienes tienen que abanderar la reconstrucción de un grupo presuntamente ganador le pongan zancadillas en su enrevesada tarea, caso de Ramos, aunque ayer insistiera en que no se ha dado por enterado.

Y es que hoy no solo vuelven a faltar Xavi y Xabi Alonso, grandes mentores de la España campeona que renunciaron antes incluso de volver de Brasil. Tampoco están los lesionados Iniesta, Silva y Cesc, los destinados en principio a hacer de puente en un período de transición no tan dulce, por lo que asoma, como Del Bosque pretende. Ni Diego Costa, cuya ausencia no ha hecho más que poner en cuestión la ascendencia del técnico sobre el hispano-brasileño, en contraposición con las intrigas de Mourinho. El selección asegura que no tiene motivos par dudar de él.

Para enfrentarse al planteamiento ultradefensivo que con toda seguridad pondrá sobre el tapete una Bielorrusia con pocas o ninguna esperanza de protagonizar una sorpresa de gran relieve, pese a que el año pasado dio guerra en Palma durante una hora, la selección española presentará un aspecto remozado de medio campo hacia adelante.

De Gea, baja

Koke estará al lado de Busquets en el centro del campo, y por delante Cazorla, Isco, Alcácer y Pedro o Morata. En el bloque defensivo, sin embargo, todo apunta a que Ramos y Piqué volverán a juntarse como pareja de centrales, cosa que no ocurre desde el desastre del primer partido mundialista. Como entonces, en la portería estará Casillas, afortunadamente con mejor ánimo que a principios de temporada. De Gea se pierde el choque por un golpe en el meñique de la mano derecha sufrido ayer. El meta del United seguirá en la concentración. La única novedad respecto a la zaga de Salvador de Bahía será Juanfran en lugar de Azpilicueta.

Bielorrusia, selección número 89 en el ránking de la FIFA, se limita a amenazar con Signévich, uno de los seis jugadores del Bate de que ha echado mano Zygmantóvich. De momento, solo han empatado con Luxemburgo, con la que marchan igualados en el fondo del grupo.

Los dos antecedentes en enfrentamientos con España se saldaron con un 0-4 en Minsk en octubre del 2012, con tres goles de Pedro, y un 2-1 en el encuentro citado de Palma hace un año en la fase de clasificación para el Mundial de Brasil.