Desde que Leo Messi estrenó capitanía el día del Gamper con aquel ya célebre discurso en el que apuntó sin rodeos que el principal objetivo de esta temporada es reconquistar la Champions League después de tres años de tiranía blanca, vive el barcelonismo esperando la llegada del primer partido de la competición continental. Pues bien, ya está aquí. En un horario raro, que probablemente perjudicará a la asistencia al Camp Nou (el pitido inicial se dará hoy a las 18.55; nunca el Barça había jugado tan pronto un encuentro europeo en su estadio) y ante un rival, el PSV Eindhoven, al que se le intuye más peligro que cartel.

Hay ganas de Champions. Entre los aficionados, pero también, y de forma muy destacada, entre los jugadores. Y Valverde lo sabe. Ni él, que desde el principio de la temporada se ha afanado en recalcar que el único camino que conduce al éxito pasa por poner la misma determinación en todas las competiciones, niega ya que en el vestuario se mira este año con una especial codicia a la Liga de Campeones. «Me gusta que los jugadores tengan esas ganas, que haya esa motivación extra -apuntó ayer el Txingurri en la rueda de prensa previa al choque-. Eso es lo ideal».

A esa «motivación extra» no es ajena, por supuesto, la traumática eliminación sufrida el curso pasado a manos de la Roma. Pero Valverde no quiere que el recuerdo de aquella noche aciaga en la Ciudad Eterna se convierta en una carga pesada para sus futbolistas. «Estamos en otra temporada, con nuevas ilusiones. Cuando miramos atrás intentamos ver cosas que nos refuercen. Como la victoria ante la Juventus en el primer partido de la competición. Prefiero quedarme con eso».

Se refería el técnico extremeño al 3-0 frente a la Vecchia Signora con el que su equipo se estrenó en la Champions hace un año. De hecho, el Barça lleva más de dos décadas sin perder en el encuentro inaugural de la primera fase. Una estadística que no le dice ni mucho ni pocoa un Valverde a quien le preocupa que se adjudique al PSV la condición de cenicienta del grupo. «No creo que sea un rival flojo para nada. Es un buen equipo, joven, que ataca bien, muy incisivo, con dos puntas muy interesantes [Lozano y Bergwijn], que tiene argumentos para plantarnos batalla a nosotros y a cualquier otro equipo».

EL PRECEDENTE DEL 2002 / Otro motivo de preocupación es, como ya se ha dicho, el anómalo horario del encuentro. En el actual formato de la competición existe solo un precedente similar, del año 2002, cuando el FC Barcelona se enfrentó al Galatasaray en el Camp Nou en un partido que empezó a las 19.15 horas para coincidir con el Lokomotiv de Moscú-Brujas. Aquel día acudieron al estadio 43.000 espectadores, pero hay que señalar que el cuadro que entonces dirigía Louis Van Gaal ya tenía asegurada la primera plaza y no se jugaba nada. Valverde hace un llamamiento para que el barcelonismo responda como merece el estreno europeo del equipo. «Es una hora diferente, pero espero que venga la gente. Es la Champions, es nuestro comienzo en la competición, y ya sabemos lo importante que es que la gente nos empuje y nos ayude», manifestó el preparador azulgrana.

No ha dado pistas el técnico barcelonista sobre el once que plantará en el césped, aunque asegura que el desarrollo del partido del pasado sábado en Anoeta no le hará cambiar los planes y ha dado a entender que la velocidad de los atacantes del PSV obligará a un esfuerzo defensivo y que los nuevos fichajes están todavía en fase de rodaje. «Se tienen que adaptar. Ya tendrán su oportunidad».