Nació en Monzón el 16 de abril de 1972, cogió una raqueta por primera vez a los nueve años y a los doce ya era campeona de España. Todo clase y talento en la pista, disfrutó de 18 años como tenista profesional con Wimbledon como gran hito y desde el 2006 es entrenadora y comentarista.

-25 años de su título en Wimbledon. ¿Qué le dice eso?

-Wimbledon siempre ha sido y será muy especial. Van pasando los años y siempre es una celebración, volver allí, estar en el club. 25 es una marca de celebración. Estoy contenta porque Wimbledon siempre quedará ahí.

-Ganó 33 torneos, tres medallas olímpicas, ¿por qué Wimbledon es especial?

-Por lo que representa Wimbledon, siempre ha sido un Grand Slam muy complicado de ganar, que se resistía bastante a los españoles. Es muy especial, diferente y tiene mucha repercusión.

-¿Le cambió la vida?

-Mi carrera no cambió pero ganar un Grand Slam te da ese extra de reconocimiento. Gané 33 torneos, medallas importantes, pero lo que realmente te catapulta es ganar un Grand Slam. Las olimpiadas también pero no sé si una medalla de oro te da tanto como un Grand Slam. Particularmente me quedo con un Grand Slam. Y sobre todo con Wimbledon, que es muy especial.

-¿Era su objetivo ganarlo?

-El año anterior había hecho semifinales y eso ya te da para saber que puedes jugar bien en todas las superficies. La hierba es más complicada y se me resistía un poco más, quizá por esa mentalidad con la que vas, más cerrada, porque piensas que es complicadísimo. Pero habiendo hecho mejores resultados te lo vas creyendo un poquito más y después es cuestión de ir con mente abierta, jugar bien todos los partidos. Nunca es fácil ganar un Grand Slam, son dos semanas de partidos que requieren una concentración muy grande.

-Dos semanas en las que no se puede fallar.

-Un Grand Slam son dos semanas a tope, es verdad que tienes un día entre medio que no juegas, pero se te puede hacer largo. Tienes que encontrar cosas que hacer, que te relajen, para tener la mente bien para los partidos.

-¿Se le hizo largo?

-Estaba a gusto jugando, aunque hubo algún partido que lo pasé mal. No recuerdo que se me hiciera especialmente largo pero sí que son dos semanas por lo menos. No recuerdo si aquel año fui a entrenar antes allí o jugué Eastbourne, pero quiero decir que no es solo el torneo sino también la previa. A veces encuentras la paz interior y cosas que te hacen sentir bien y estar bien donde estás y todo es más fácil. Otras veces es complicado porque en nuestra vida hay que estar fuera de casa, dormir en sitios diferentes y se te puede hacer una montaña.

-La del 94 fue su primera final en Londres. ¿Cómo la afrontó?

-Una final de Grand Slam sabes que va a ser difícil pero también es una gran oportunidad. Llegados a ese punto lo vi como una buena oportunidad. Ya había jugado con Martina hacía poco en Roma y le había ganado, lo que me dio un extra de confianza. Al final acabé ganando pero las semifinales fueron muy complicadas con Lori McNeil, 10-8 en el tercero. Llegué a la final jugando bien, con confianza.

-¿Qué recuerda de la final?

-Recuerdo estar ahí en la pista, una pista central llena, un ambiente bueno aunque creo que la mayoría iban con Martina. Fueron muy correctos, pero ella iba a batir un récord con diez títulos y se notaba. No recuerdo un ambiente totalmente en mi contra sino bastante correcto y aplaudiendo el buen tenis. Porque creo que fue un buen partido en el que estuve muy acertada con mis passing shots y al final me lo acabé llevando.

-¿Ha vuelto a verlo?

-Se ven imágenes porque cuando llegan las fechas siempre aparecen y lo recuerdas.

-¿Cómo fue la celebración?

-Monzón se volcó conmigo. Hubo un recibimiento en el aeropuerto también. A partir de ahí tienes que volver a tu vida y a tus rutinas normales porque si no sí que se te puede complicar la cosa. Después de un Grand Slam no puedes ni celebrar demasiado ni pasarte. Unos días, perfecto, pero después tienes que volver.

-¿Tuvo mucha repercusión?

-Sí, tuvo mucha repercusión. Ya había hecho resultados pero es lo que tiene ganar un Grand Slam. Es un partido importante, hay gente que a lo mejor no son asiduos al tenis y ese día sí lo ven porque hay una española en la final. Así que sí, luego la gente te conoce más.

-En aquella época era habitual verla a usted o a Arantxa Sánchez Vicario jugando finales.

-La verdad es que fue una época muy buena e hicimos muy buenos resultados. Acostumbramos a la gente a vernos en rondas finales, ganando torneos. Pero de fácil no tiene nada. Hay mucho trabajo y sacrificio detrás de todos los triunfos aunque la gente lo vea como normal.

-El nivel de las rivales también era muy alto: Steffi Graf, Navratilova, Sabatini, Monica Seles… ¿Cuál era la más complicada?

-Había muchísimo nivel y no era fácil ganar torneos, está claro. Eran todas muy complicadas de batir pero diría Steffi y Monica.

-¿Por qué era su ídolo Martina Navratilova?

-A mí me gustaban Navratilova y McEnroe, que eran jugadores muy agresivos que subían a la red. Algo que después no se reflejó para nada en mi juego, pero sí me gustaba mucho su estilo. Supongo que en esa época, cuando era pequeña, no había mucho tenis en la tele, y cuando ponían eran los que jugaban, los que veía, y me gustaban mucho.

-¿De pequeña cuántas horas pasó en las pistas de Monzón?

-Muchas, muchísimas horas. Cada momento que podía cogía la raqueta y, si no bajaba al frontón, le daba la tabarra a mi madre en cualquier pared que podía.

-¿Recuerda su primera raqueta?

-En casa la vista que teníamos eran las dos pistas de tenis y una vez de las que mi padre y mis hermanos estaban jugando cogí una raqueta y empecé a darle. Cuando me vio San Vicente, que le llamábamos Sanvi, y le dijo a mi padre, uy, esta niña apunta maneras, pues ya me aficioné tanto que mis padres me regalaron la primera raqueta. Una Dunlop maxply de McEnroe. Después tuve también una Donnay de Borg. Todas júnior, pequeñitas, de madera. Pero de eso sí me acuerdo.

-Empezó tarde pero enseguida comenzó a ganarlo todo.

-Eso parece, lo cogí con muchísima ilusión, debía tener facilidad y talento y enseguida aprendía, absorbía todo lo que me decía San Vicente, que fue mi primer entrenador, y ahí empezó todo.

-¿Quién fue el primero que le dijo que podía llegar lejos?

-San Vicente me tenía mucha fe. Él fue el primero.

-¿Cuál fue el mayor sacrificio que tuvo que hacer?

-Irme de casa con 12 años. Me fui a la residencia Blume a Barcelona y aunque tenías el tren, aquellos trenes de aquella época, pero ya era distancia. Eso es un sacrificio, dejar la familia, los amigos, toda tu vida. Pero no me arrepiento para nada.

-Llegó muy joven al circuito profesional, con 16 años.

-Sí, fue todo muy rápido. Empecé a jugar con 9 años, que ahora se empieza con 4 o 5, pero enseguida cogía las cosas, aprendía y mejoraba y fue todo bastante rodado.

-¿Cómo es la vida del circuito?

-Es algo que haces, que ya lo tienes asumido porque es lo que te gusta y lo que has decidido ser de mayor. Es lo que toca. A veces lo llevas mejor, otras no tan bien, depende de la época porque es muy duro. Somos nómadas de un lado para otro, no tienes una vida normal. Lo llevas bien porque al final poder hacer lo que te gusta no es tan fácil pero hay momentos complicados si no estás bien o añoras a tu familia o lo que sea.

-¿El tenis es especialmente duro psicológicamente?

-Estás ahí sola y tienes que sacar las castañas del fuego tú. Tienes tu grupo de trabajo que te ayuda pero en esa época no se podía entrar a la pista. Es un deporte individual en que tienes que solucionar tú las cosas. Pero te sirve también para la vida.

-Para estar como usted 18 años como profesional, ¿qué es más difícil la parte física o la mental?

-Va ligado, si estás bien mentalmente no te cuesta tanto entrenar y ponerte bien físicamente. Y si estás bien físicamente te ayuda mentalmente. Son muchas horas de trabajo y de sacrificio.

-¿De esos 18 años con qué momento se queda?

-Hay muchos momentos y torneos especiales, las Copas Federación, los Juegos Olímpicos, los torneos de Roma. No recuerdo si alguien ha ganado cuatro seguidos en Roma, es un torneo muy especial también para mí.

-Y 10 finales de Copa Federación.

-10 finales, 5 títulos. Es un récord impresionante. Hay otros países que han dominado por equipos, pero para España está genial.

-No se ha desligado del tenis.

-Sigo ligadísima desde el 2006 que ya hice Roland Garros como comentarista para Eurosport. También estuve de directora del torneo de Marbella, una faceta que también me gustó mucho. Ahora estoy disfrutando mucho como entrenadora, me encanta y lo compagino como comentarista de Eurosport.

-¿Qué intenta transmitir como entrenadora?

-Lo que tienes que hacer es que la jugadora llegue al máximo de sus posibilidades. Intento que mejoren día a día.

-Con Garbiñe volvió a ganar Wimbledon.

-Aquel año fue muy especial. Garbiñe tuvo un torneo muy bueno y la verdad es que fue también especial ganarlo como entrenadora.

-El circuito femenino está más abierto ahora que en su época.

-Sí, está abierto, hay jugadoras que lo están haciendo bien y quizá se echa en falta algo más de regularidad. Estoy contenta con Pliskova, está yendo bien, está siendo bastante regular y consiguiendo bastantes torneos buenos. De aquí a final de año me gustaría seguir en esa línea.

-¿Ha cambiado mucho el tenis?

-Sí, mucho, todo evoluciona. Los sistemas de preparación física, los materiales, todo ha mejorado. Se juega un tenis diferente, mucho más directo, mucho más potente si quieres, y quizá la variedad es lo que se echa un poquito de menos. Una variedad que sí hemos tenido con Barty al ganar Roland Garros, pero ahora se juega con más fuerza.

-¿Ha tenido que adaptarse?

-Te tienes que adaptar. Como jugadora lo hice y como entrenadora también, te tienes que adaptar a lo que viene, con unas bases que siempre servirán porque la variedad en el tenis siempre servirá. Como jugadora ya tuve que adaptarme porque poco a poco llegaron las Williams, Seles, Davenport, un juego más directo. Me fui adaptando a todas esas jugadoras que venían pegándole más fuerte, adaptando mi juego, mi preparación y todo. Es lo que tienes que hacer.

-¿De las actuales le hubiera gustado enfrentarse a alguna?

-Ya viví mi época de jugadora, mis 18 años, que fueron larguitos y ya está, no pienso en esas cosas. No echo de menos jugar para nada. Si juegas diez años y te retiras que no estás satisfecha… pero yo me retiré muy satisfecha.

-El balance es positivo.

-Un balance muy muy positivo. Creo que fue una carrera de muchos éxitos y estoy muy contenta y orgullosa de todo lo conseguido. Ha valido la pena todo el sacrificio que ha sido mucho. Y sigo como entrenadora, que también lo estoy disfrutando mucho.