El fuerte viento presidió la octava edición de la Carrera del Ebro. Los participantes que se desdoblaron en el Trail de 30 kilómetros y la carrera popular de 14 kilómetros tuvieron que luchar con la dureza del recorrido y el añadido del cierzo que sopló con fuerza desde el punto de la mañana en la salida del Centro Aragonés del Deporte.

Jesús Arroyo, uno de los responsables de Unesco Aragón Deporte, junto al apoyo de la Brigada de Caballería Castillejo II, obraron el milagro hace algunos años. Consiguieron que cientos de zaragozanos y, más tarde, corredores de toda España se engancharan a una prueba con encanto. Era una carrera de montaña que se desarrollaba por el Campo de Maniobras de San Gregorio y por las orillas del Ebro.

Hoy la prueba no tiene techo. Ayer corrieron 2.476 participantes y, si la organización tuviera manga ancha, correrían muchos más. El gigantismo participativo de la prueba es tan espectacular que en algunos momentos (cuando se funden las dos pruebas) se masifica. Pero todos los participantes están contentos de gozar de una magnífica organización y un recorrido a la medida de personas de todas las edades y condición física.

Más que los ganadores, lo importante es que la carrera a pie se ha convertido en una sana costumbre de miles de zaragozanos que se olvidan de las penas diarias haciendo ejercicio antes que tomando ansiolíticos. El ganador de la carrera larga de 30 kilómetros dio sensación de poderío. El mejor fue Raúl García, con un crono de 1.53.10, por delante de Joaquín Salvador y José Irisarri. En chicas se impuso Ester Arias, una militar que trabaja en Jaca, con 2.19.48. Segunda y tercera fueron Laura Gurrea y la maratoniana Carmen Asensio.

La carrera corta se la llevó Acharf Sellak, con 51.23, seguido de Rubén González y Francisco Rodríguez, mientras que las tres primeras chicas fueron Nazaret González, con un tiempo de 58.46, seguida de Maribel Martínez y María Llorens.