Aragón se ha asegurado en Atenas la representación atlética más nutrida de su historia con cinco participantes. El récord databa de 1980 en Moscú, donde acudieron Moracho, Solanas y Casabona. En Grecia estarán Maite Gargallo, Eliseo Martín, Carlos y Roberto García y Javier Gazol, con la posibilidad de que amplíen la lista Luisa Larraga y Carlos Berlanga. Los aragoneses completaron un campeonato extraordinario con un total de seis medallas, entre las que brillaba especialmente la de Javier Gazol, flamante campeón de España de pértiga y 14 finalistas.

El montisonense logró una competición casi perfecta en la mejor actuación de su vida, convirtiéndose en el líder de una especialidad en horas bajas. Superó una altura de 5.60 en la tercera tentativa, lo que le supuso batir el récord de Aragón y lograr la mínima B para los Juegos, aunque la federación le confirmó ayer mismo su presencia por falta de una marca mejor. "Estoy pletórico. Me he ido sintiendo mejor conforme avanzaba el concurso y he cogido moral en primeros saltos", dijo el octavo olímpico que ha dado Monzón. Gazol intentó superar los 5.66, pero le pesaron las tres horas de concurso. "Estaba agotado y empezaba a sentir molestias en la espalda", explicó.

DOS GEMELOS DE ORO Otro éxito fue el de los hermanos García, Carlos y Roberto, que lograron sendas medallas en los 5.000 metros. Los atletas del Adidas supieron manejarse con habilidad en una carrera psicológica, de muchos nervios, disputada a tirones. Carlos estuvo a punto de lograr el oro, pero tuvo que conformarse con la plata ante el empuje final de Castillejo, mientras que Roberto se colgó la medalla de bronce.

Los dos hermanos permanecieron a la expectativa durante buena parte de la prueba porque ya habían logrado la marca mínima con anterioridad. Fue en el último kilómetro cuando se rompió la carrera con el ataque de Castillejo, que se llevó a De la Osa y a los García. A falta de 300 metros se descolgó Roberto, aunque ya no peligraba el tercer puesto, mientras en los últimos 100 su hermano mantenía un duro pulso con Castillejos por el título nacional. "He cambiado de ritmo en la curva y tenía que haber esperado un poco más porque se ha visto que no tenía tanta fuerza. Me ha podido la euforia", explicó Carlos.

La sexta medalla aragonesa, tras los bronces del sábado de Maite Gargallo y Eliseo Martín, la consiguió el Scorpio en el relevo 4x400 femenino. El equipo, compuesto por Antís, Arnal, Périz y Johnson, logró una marca de 3.43.40. Además, Raquel Fraguas (Scorpio), cumplió de sobra con el cuarto puesto en los 100 vallas, mientras en peso, Pilar Oliván (Scorpio) logró un mejor lanzamiento de 12.98.

Especialmente destacables fueron las actuaciones de dos jóvenes y prometedores atletas. Isabel Macías fue octava y la más joven finalista en los 1.500. El juvenil Aitor Martín --nacido en 1987-- también fue el más joven en la final de los 400 metros y se mantuvo en puesto de medalla hasta los últimos 100, pero acabó perdiendo gas. También mejoró su mejor registro Swahnne Johnson en 400 vallas, con 1.00.97 y un sexto puesto.

EL REGRESO DE REYES Cuatro años, cuatro largos años, todo un período olímpico, ha necesitado Reyes Estévez para servir en bandeja a los técnicos federativos un plato sazonado con una victoria que le catapulta hacia los Juegos de Atenas. Ayer, recuperando la virtud que le hizo grande --un final de carrera explosivo--, el mediofondista de Cornellá arrolló a sus rivales de los 1.500 metros en la final de los Campeonatos de España de Almería y se ganó sin dudas, sin quedar a expensas de criterios poco diáfanos, el pasaporte olímpico.

La carrera de ayer fue táctica, moderadamente lenta, con bastantes movimientos en cabeza. La entrada de la recta final fue decisiva. Higuero se abrió a la calle dos para dificultar el paso de Fernández. "Sabía que haría eso, porque estaba más pendiente de él que de mí", analizó Reyes al final. Su latigazo fue demoledor. Reyes se coló por dentro a falta de 80 metros y se disparó hacia la meta, que en este caso era también la línea que debía cruzar primero para quitarse la espina clavada desde hace cuatro años y servir en frío el plato de su venganza. Ganó en 3.42.26 y lanzó su puño al viento.