Uno de los objetivos que se planteó la Federación con el Mundial de Tenerife era convertirlo en una rampa de lanzamiento definitiva para el baloncesto femenino, en palabras de su presidente Jorge Garbajosa. Pero, una vez más, la actuación de la selección española ha superado cualquier previsión inicial. La pasión desatada y el impacto mediático del grupo de Lucas Mondelo en estos 10 días de campeonato se han unido al éxito deportivo con una medalla de bronce lograda en unas condiciones más que adversas que tiene el valor casi de un oro.

Ha sido un campeonato muy duro. Hemos remado mucho y tirado de carácter. Nos ha tocado superar las dudas, la derrota con Australia. Pero probablemente este sea la más difícil por todo lo que nos ha tocado batalla. Esta medalla es muy especial, explica Laia Palau, la eterna capitana, que a sus 39 años ha vivido su quinto Mundial. Seguramente es una de las medallas que más apreciaremos, remarca también la base Silvia Domínguez.

Seis podios consecutivos

Hemos dado un paso y espero que sea un punto de inflexión, pero el camino aún es muy largo, reconoce el seleccionador Lucas Mondelo, que regresa del campeonato orgulloso y feliz por un grupo que ha encadenado tres medallas mundalistas (bronce en la República Checa, en el 2010; plata en Turquía-2014; bronce en Tenerife) y seis podios desde su llegada en el 2012 al cargo, donde ha alcanzado la cifra de 100 victorias y sigue engordando su palmarés.

El bronce conseguido en San Cristóbal de la Laguna supone la sexta medalla consecutiva de la selección femenina tras los oros en los Europeos de 2013 y el 2017, la plata del Mundial-2014 y de los Juegos Olímpicos de Río y el bronce en el Europeo del 2015, una racha que mejora incluso las de la selección de los Gasol, Reyes, Navarro y compañía (que, como máximo, han encadenado cuatro) y que refuerza la etiqueta de mejor generación de la historia que se le otorga.

Cuando empecé a trabajar hace años con estas jugadoras, nunca podíamos imaginar que haríamos todo esto. En el 2013 ganamos el Europeo y la gente pensaba que era flor de un día. Y hemos seguido ganando medallas cada año hasta ahora, resumió Mondelo en la conferencia de prensa de cierre del Mundial, donde descubrió una conversación que tuvo con sus ayudantes antes de afrontar el partido por el bronce con Bélgica. Por la mañana, en la reunión con mi cuerpo técnico lo tenía claro. No me he levantado para perder, les dijo para levantar el ánimo colectivo después del impacto por la derrota en la semifinal ante Australia.

Superar la adversidad

El mérito es aún mayor porque la selección se presentó en Tenerife no solo con la responsabilidad de jugar en casa sino limitada por los problemas físicos ( Domínguez, Cruz o Torrens) y alguna ausencia clave como la pívot Sancho Lyttle, con una lesión de rodilla, resulta de maravilla con la presencia de la pívot de origen senegalés Astou Ndour, elegida en el quinteto ideal del campeonato, una de las claves para entender la buena imagen de la selección, junto a la consistencia de la propia Torrens, Nicholls, Laura Gil, Cruz y el paso adelante dado por Xargay o las eléctricas Ouviña y Queralt Casas.

Esta medalla me sabe casi a oro porque hemos sufrido mucho. Mostramos nuestra identidad, nos los pasamos bien, jugamos como equipo y conseguimos la medalla, valoró la gerundense Marta Xargay, jugadora del Dynamo Kursk ruso.

Es muy difícil lo que están haciendo estas chicas, porque las medallas no las venden en los supermercados, reflexiona Mondelo sobre la conquista. Os acordáis de cuando Induráin ganaba Tours como churros y parecía muy fácil? Y no quiero pensar en cuando dios Nadal se retire, apunta el seleccionador, que está convencido de que esta generación tiene cuerda para mantenerse a un alto nivel competitivo hasta los Juegos Olímpicos de Tokio.