Es el regalo de Navidad de Manu Córdova. El alpinista zaragozano regresó el lunes pasado a España tras abrir una nueva ruta en el Himalaya. La firmó en el Nepal, en el pico Chekigo, tras ascender por una pared helada de 1.200 metros de longitud. Acudió con una cordada mágica junto al vasco Jonatan Larrañaga y el catalán Jordi Corominas. El trío la denominó Shiva: Straighttothe Top.

Las buenas noticias son continuas para Manu. Nada más llegar a España se enteró que la Federación Española le había otorgado junto a su compañero Javier Bueno el premio a la mejor actividad nacional en escalada en hielo y dry tooling. La pareja subió en febrero la vía Elementairteilche, situada en el Kandersteg suizo, cerca de Ginebra. "No ha sido un gran año para escalar en hielo, pero lo poco que hemos hecho ha tenido su reconocimiento. Además estuve dos meses lesionado en el hombro al caerme con los esquís y no pude escalar mucho en invierno. Por si fuera poco, no he hecho grandes escaladas en roca", dice.

Córdova tenía en mente realizar alguna gran pared en el valle nepalí del Rolwaling, muy cerca del Everest. "Hace dos años fue un amigo a este valle. Con Larrañaga decidí a principios del año realizar un viaje a estas montañas porque el estilo, la longitud de las paredes y la altura encaja en nuestra filosofía de alpinismo. A final de la primavera se agregó al proyecto Jordi Corominas", explica.

Experiencia

Córdova ya había estado dos veces en el Nepal. En el 2006 hizo una actividad fallida en el Ama Dablan y en el 2008 subió una pared de 1.800 metros en el Tengkampoche. El trío partió hacia el Nepal el pasado 25 de octubre. "Salimos de Madrid y llegamos a Katmandú el día siguiente. Estuvimos allí dos días y realizamos una marcha de aproximación de cuatro jornadas. El campo base lo colocamos a 4.200 metros y desde allí aclimatamos tres días subiendo a otros montes". Sin solución de continuidad escalaron una pared en el ChuquimaGo pequeño. "La habían hecho antes nuestros amigos Paula y Oriol. La denominaron Infleti. Era una pared de 900 metros y la subimos en seis horas. La gradación era muy dificil superior".

Después llegó el plato fuerte del Chekigo. "Tras un día de descanso hicimos un porteo del material al campamento base. Había mil metros de desnivel hasta los 5.100 donde estaba el pie de la pared. El día siguiente subimos con el resto del material", apunta.

La cordada subió por la cara sur de la montaña y por una pared de 1.200 metros de longitud. "Creo que a su cima no habrán subido más de seis montañeros incluidos nosotros. Es una pirámide afilada por todas sus caras. La arista es de la anchura de un pie y es de lo más expuesto de la escalada puesto que la nieve era como azúcar inconsistente y teníamos que ir con mucho cuidado para no caernos al vacío", explica. Córdova recuerda las características de la ruta. "La escalada es bastante mantenida en su dificultad. Se desarrolla casi todo por hielo y por alguna campa de nieve. La dificultad ronda el M6, que es el último largo, el más complicado. El primero es de M5. Tiene cascadas de hielo hasta de un V+, con pasitos desplomados".

La actividad la hicieron el 15 de noviembre y les costó realizarla 22 horas. Fue una ascensión muy ligera y no llevaron ni los sacos de dormir. "Salimos a las 12 de la noche, escalando de noche uno de los largos más difíciles. Llegamos a la cima a la una de la tarde". El tiempo les acompañó durante todo el ascenso. "Por la noche bajaba el termómetro hasta diez bajo cero y por el día hacía casi calor. Pero al salir a la arista el frío era helador". Los 200 metros de la arista hasta comenzar el descenso les costó hacerlos dos horas. "Lo hicimos encordados y con mucho cuidado. Uno iba delante abriendo huella, el de detrás clavaba los piolets y el último aseguraba a los otros dos", recuerda.