A falta de doce jornadas para que termine la temporada, la sexta consecutiva en Segunda, el Real Zaragoza mira el playoff en la más absoluta lejanía y la zona de descenso a una distancia importante de seguridad, aunque todavía no definitiva. El equipo no está donde las expectativas lo situaron el pasado verano ni está cumpliendo los objetivos marcados por la propia dirección de la Sociedad Anónima: el ascenso, incluso directo. La temporada está siendo decepcionante, con momentos verdaderamente delicados. Hasta ahora cada situación de crisis con la actual propiedad se ha saldado con sustanciales y significativos giros de guion.

Así han llegado remodelaciones de la dirección deportiva, relevos en el banquillo, reestructuraciones de las plantillas o buenas noticias financieras en instantes cruciales, renegociaciones exitosas con Hacienda, acuerdos para demorar pagos o actuaciones económicas de la SAD, en una fórmula jurídica u otra, para mantener con vida el proyecto. Todo con un objetivo: recuperar la ilusión por la vía deportiva, económica o emocional. El desengaño que está dejando esta Liga es importante y ha consumido créditos personales. El club está buscando capital. Este año, como nunca, el Zaragoza necesitará un giro de guion potente para recuperar una ilusión muy dañada.