El reto es el mismo de los dos años anteriores, pero el camino que ha elegido el CAI para intentar culminarlo con éxito es opuesto al de la temporada pasada. El modelo de Alfred Julbe ha quedado archivado, sin vigencia, caduco, y ha dejado paso a la propuesta de Oscar Quintana, más abierta y con apenas similitudes con la de su antecesor. La creación de una plantilla de jugadores complementarios, de especialistas en una tarea determinada, notables en sus virtudes y excesivos en sus defectos, ya no sirve.

El tercer asalto del CAI a la Liga ACB se iniciará con una filosofía distinta a la de la temporada 2003-2004, cerrada con la derrota de Granada en el quinto partido de las semifinales. Quintana ha cambiado de patrón y ha provocado en las contrataciones un giro rotundo hacia el jugador polivalente, capaz de realizar diferentes funciones a un buen nivel y que no vive encarcelado en un rol específico. El equipo se lo agradecerá. En ese nuevo modelo se encuadran los fichajes de Antonio Reynolds, Jesús Cilla y José Luis Galilea, y las negociaciones abiertas con Richard Scott y Txemi Urtasun.

Ninguno de ellos es un especialista en nada, sino más bien jugadores todoterreno. Ninguno de ellos es un Sabaté, ni un Doblado, ni un Oscar González, ni un Rocky Walls, ni un Otis Hill. Ninguno de ellos es solamente un especialista en defensa, ni basa su supervivencia en el acierto en el tiro de tres, ni en su capacidad de anotación, ni en su fortaleza reboteadora. El perfil de Reynolds, de Cilla y de Galilea, tan distante y alejado por su función en la cancha, aglutina el nuevo sello que tiene el proyecto.

Sin defectos acusados

Reynolds no es Otis Hill, ni Rocky Walls, ni Lester Earl, ni Keith Hill. El exjugador del Murcia, de 27 años, 2,00 metros y protagonista de dos ascensos, es por fin un pívot polivalente, sin un defecto tan acusado como para condicionar el juego colectivo, algo que sí ocurría con la nulidad ofensiva de Walls, la deficiente condición técnica de Earl o la desidia defensiva de Hill. Los 16 puntos y nueve rebotes de Reynolds en su última temporada en la LEB explican el tipo de jugador que ha firmado el club. El CAI ha fichado a un habitual de las dobles figuras.

El ejemplo del americano tiene su extensión en las contrataciones de Cilla, que no es brillante en casi nada pero más que autosuficiente en todo, y de Galilea, un base que cumple 32 años el próximo viernes, y a cuyo juego no distingue simplemente una virtud. Ahora, el diez ya no es la suma de diez especialistas. Ahora, el diez es la suma de diez jugadores polivalentes que eviten que una lesión (como ocurrió con la de Lescano) aniquile toda una maquinaría, que eviten la dependencia abusiva en el juego de ataque y que, ante un mal día de uno, aparezca cualquier otro y tenga capacidad real para solucionar problemas.