Este verano la globalización del mundo del fútbol nos está ofreciendo el mercato más desconcertante que se recuerda. El Mundial lo ha retrasado, va lento, desquiciado en precios, y con la excepción de la Premier (que ya ha hecho la mayoría de sus fichajes) los demás equipos europeos aún tienen verdísimas sus plantillas cara a la temporada inminente. Asistimos a uno de los nuevos rituales del mercato moderno, la International Champions Cup, un escaparate de suplentes, promesas y jugadores en venta, a la espera de que vayan incorporándose las figuras que se desperezan de sus éxitos y fracasos en Rusia.

Se acabaron los viejos partidos de pretemporada ante rivales muy menores. Asimismo decayó el prestigio de los grandes torneos veraniegos amistosos, como el mítico Carranza, en los que participaban junto a los grandes algunos equipos nacionales modestos y de la clase media. Ahora todo es internacional, a lo grande, en campos remotos del extranjero, exprimiendo el nombre de los clubs con jugadores secundarios en venta y con partidos bastante sosos. Pero el negocio es el negocio.

Ha pasado mucho tiempo desde que el derecho de retención y la falta de reconocimiento de los derechos de los jugadores hacía que los fichajes prácticamente solo contaba la voluntad de los presidentes y sus billeteros. Ahora el mercato se mueve con otros parámetros. Por parte de los jugadores, la voluntad de los que quieren irse de donde están o los que desean marchar al club que prefieren. Por parte de los equipos, la lista de hombres que codician, los que se quieren sacar de encima, los que intentan retener como sea...

Alfredo Relaño responsabiliza de ello desde Madrid al Barça por lo que pagó con el dinero de la huida de Neymar para conseguir a Dembelé y Coutinho. Es miopía. El actual encarecimiento total nació en Gran Bretaña por la riqueza de los clubs a causa de sus grandes ingresos televisivos y por la entrada en escena, primero allí, de multimillonarios rusos, catarís y norteamericanos como fans-presidentes o negociantes. Luego lo imitaron en otros sitios, con el ejemplo paradigmático del PSG. El Real Madrid siempre había pujado sin rivales para construir sus equipos, y ahora es el máximo afectado, sin los caprichos que excitaban a Florentino como posibles sustitutos de Ronaldo. Dentro de estas coordenadas generales está la anomalía del Barça, que gasta y gasta quizá porque cualquier día de estos anunciará que pospone su costosa operación de rehacer el Camp Nou para intentar aprovechar el tiempo que queda de Messi.

Pero sus contrataciones generan recelo por la heterogeneidad de los hombres que intenta contratar al buscar un centrocampista que complete la capacidad de generar juego y robustecer la defensa. Tienen poco que ver entre sí lo que hacen Pjanic, De Jong, Rabiot, Pogba y Arturo Vidal, los nombres que se intenta traer. El mercato actual es muy complejo pero algunos lo complican todavía más.