El Real Zaragoza B consiguió una victoria agónica ante el Levante B, en una fría e invernal mañana y en un destartalado campo en la Ciudad Deportiva, donde el público no aguantó el poco fútbol que estaba presenciando y abandonó las instalaciones zaragocistas mucho antes de que el partido llegara a su conclusión, por lo que se perdieron el tanto de la victoria del filial.

El partido no tuvo nada de nada: en casa, este equipo no convence ni en ataque, ni en defensa ni en su juego. Sólo el sensacional gol marcado por Piti, con un control espectacular y acrobático dentro del área y cruzando el balón ante Manu Herrera tras realizar dos recortes a dos defensores, pudo salvar el partido junto con una gran intervención de Miguel, que evitó el gol en el minuto 73 tras un fallo de Castaño al que Madrigal le robó el esférico. El meta sacó el balón tras el disparo a bocajarro del jugador levantino Luismi Loro, que había recibido el pase de su compañero. El resto del partido se jugó en los 40 metros del centro del campo, sin que las porterías pasaran por apuros de ningún tipo.

Solamente Lafita, en el minuto 4, tuvo la ocasión de marcar cuando envió el esférico a las manos del portero visitante tras una buena jugada de Canterla. Pero de ahí hasta el final no hubo nada más. Congelación total de las ideas y mucha lucha y disputa, pero sin saber lo que es la portería por parte del filial zaragocista.

Los jugadores zaragocistas no acaban de acoplarse a los campos de la Ciudad Deportiva, y les cuesta muchísimo esfuerzo sacar los partidos adelante. Incluso, en muchas ocasiones son dominados por los equipos rivales. No se sabe si el que jueguen tantos jugadores de fuera de la cantera del Real Zaragoza será el motivo por el que los campos de la carretera de Valencia no les sienten bien a los jugadores del conjunto filial. También habría que estudiar cómo se puede hacer para que el público tenga algo de sentimiento hacia este equipo, cuando se le trata tan mal y se le deja tan desamparado en la situación de tener que presenciar un partido de pie, sin tener ningún resguardo ni para el viento, ni para el agua ni para ninguna inclemencia metereológica.