El Real Madrid firmó una nueva goleada liguera, la quinta consecutiva en una racha de ocho victorias que le asientan en el liderato, y castigó la valentía del Rayo con una manita de tantos (5-1), explotando su juego más vertical. Regresó Bale a la titularidad en el mejor escenario posible, con un equipo lanzado y un rival que le iba como anillo al dedo. El Rayo, siempre valiente, salió a jugar con sus armas. Su entrenador, Paco Jémez, prohíbe renunciar al estilo y ningún escenario le impresiona. Son partidos en los que, antes que acabar perdiendo encerrado, opta por buscar el éxito arriesgando. Como suele pasar en el Bernabéu, le costó caro.

La línea adelantada de la defensa del Rayo era una invitación a los desmarques veloces de Bale. El galés, rápido y con ganas de demostrar, aprovechó la primera que tuvo. No se cumplían los diez minutos cuando un error de Trashorras en la salida del balón acabó con un centro de Kroos y un remate a placer del galés. El gol es su seña de identidad y su presencia invita a un juego más directo al Real Madrid. Sin Isco, hubo menos elaboración, toque y control del partido. La personalidad del rival también lo provocaba.

En su segunda oportunidad en la Liga, Keylor Navas no fue un espectador. De golpe tuvo que intervenir a un latigazo de Baptistao. Pero el Madrid tiene dinamita. Un centro de James lo peinó Pepe y Ramos hizo el 2-0. El Rayo no se amilanó y Tito apretó el marcador (2-1). Jémez volvió a ser valiente y el árbitro anuló un gol muy dudoso a Baptistao. Enseguida, el Real Madrid volvió a ser un ciclón. Kroos marcó el 3-1 en un pase a la red, Benzema el cuarto y Cristiano volvió a su cita con el gol.