Valentín Lorén fue olímpico en los Juegos de Tokio del 64. Cuando los aficionados, periodistas y compañeros del boxeo hablan sobre el zaragozano, la primera imagen que les viene a la mente es el puñetazo que le dio al árbitro húngaro que le descalificó en el segundo combate que protagonizó en Tokio. Ese sambenito no se lo podrá quitar nunca de encima.

En los Juegos Olímpicos disputó dos combates en el peso pluma. El primero lo ganó contra un francés y el segundo lo disputó con el púgil de Formosa Hung Chang. "El combate se embarulló. En el tercer asalto el árbitro paró la pelea sin que hubiera una amonestación. Me mandó al rincón y mi sorpresa fue que levantó el brazo del tailandés". El juez descalificó al aragonés "por llevar la cabeza baja, cuando solo debería haber sido amonestación". La reacción de Lorén fue foribunda. "Perdí los estribos y le di un golpe al árbitro", recuerda. El día siguiente subió al ring "para pedir disculpas al público japonés, que se portó muy bien conmigo". Lorén fue sancionado y no pudo competir a nivel internacional en los Juegos del Mediterráneo.

"Nos concentramos cuatro meses antes de los Juegos. Al final, la federación eligió a Senin, Barrera Corpas, Velázquez y yo mismo", recuerda el aragonés.

La experiencia

El aragonés se quedó impresionado de la civilización nipona. "Me sorprendió mucho el paso del día a la noche en el avión. Me alucinó la iluminación en unos edificios tan grandes y los trenes elevados a unas velocidades descomunales". Pero sobre todo, se acuerda de la gente. "Son muy educados, muy amables, te acompañaban a todos los sitios".

Ser olímpico es algo que lleva con gran orgullo Lorén. "Siempre lo llevaré muy dentro. Ver cómo sube tu bandera y oír el himno nacional te da fuerzas para imponerte a todo lo que se te ponga por delante", apunta.

Cuando pasó al campo profesional, emigró a Barcelona. "Allí me podía buscar la vida mejor. Fui campeón de Cataluña y estuve a punto de disputar el campeonato de Europa con Galli. Pero no hubo acuerdo económico". Fue campeón de España en ligero-júnior en el 71 frente a Martín.

Lorén se retiró muy joven de la práctica del boxeo. "Tenía 27 años. No fue una retirada formal. No veía la cosa muy clara en el mundo del deporte y tenía que mirar el futuro. Antes de retirarme ya tenía una hija. El boxeo no me daba una independencia económica y me puse a trabajar", recuerda.

La familia fue decisiva para empujarle hacia la retirada. "Ellos también tuvieron parte de responsabilidad en esto. Mi mujer se desanimaba cuando me veía la cara tras algunos combates". Su últimas peleas fueron con Marichalar, de Tenerife y Nino Jiménez, de Madrid. "Me fui ganando los últimos combates". Lorén fue derrotado en muy pocas ocasiones y "ninguna de ellas por KO. Pocas veces besé la lona".

Lorén fue un boxeador "fajador. Ahogaba al rival y estaba encima durante todo el combate. Tenía mucho fondo y aguantaba muy bien físicamente". Un boxeador sin resistencia "debe tener una técnica depurada o un golpe definitivo para poder ganar los combates. Mi pegada era normal", afirma.

Boxeo zaragozano

Los años setenta fueron muy buenos para el boxeo zaragozano. "Había muchísima afición. Los últimos 30 años el boxeo ha ido a menos y a los chavales no se les ha dado salida. Ha habido pocos empresarios que arriesgaran, puesto que si no ganaban dinero en una velada, no la montaban. Los jóvenes frecuentan cada vez menos los gimnasios". Ahora, muy de cuando en cuando "se monta una velada. Creo que en el pabellón de Utebo hay combates y hasta hace poco en el pabellón de La Granja".

En los años setenta, Zaragoza era un hervidero del boxeo. Había veladas todos los fines de semana. "Se centralizaba en el pabellón Salduba, en los cines Aragón e Iris y el Jai-Alai". Por otro lado, "la plaza de toros se llenaba a reventar para ver a Jesús Couto o a los chavales que llevaba Benito Escriche".

Unos años más tarde, todo el mundo se volcó con "Perico Fernández. No le gustaba el gimnasio, ni corregir sus defectos. Su boxeo era innato. Quizás se descuidaron otros boxeadores que prometían y los empresarios quisieron convertir a Perico en una máquina de hacer dinero. Pero se fue Perico y detrás no había nadie", se lamenta Valentín Lorén.

Para algunos sectores de la sociedad, el boxeo está mal visto. "Esta especialidad no tiene mayores problemas si sabes llevar una vida sana. Tiene el mismo riesgo que cualquier otro deporte. En el combate nos sometemos a golpes reglamentarios y el árbitro siempre está encima. Además, pasábamos una revisión médica anual".

Tras retirarse del boxeo, Lorén empezó a trabajar en la empresa Saica de Zaragoza. "Tuve muy buenos compañeros. He estado trabajando en esa empresa más de 40 años. Por problemas de salud me jubilé hace cinco años", explica el zaragozano.

Ahora tiene 57 años y practica deporte de forma moderada. "Durante muchos años he practicado senderismo en el Pirineo y en la Sierra de Guara con un grupo que formamos en Saica, pero ahora he cambiado este deporte por la playa", indica el olímpico.