El fichaje de Mikel González enriquecerá la defensa zaragocista y devolverá a la normalidad la frecuencia cardíaca de la afición. La búsqueda de la figura de un central veterano y curtido, un central de los de toda la vida, ha llegado a su fin después del patinazo de Verdasca, de la entrega de galones a un Valentín al que le va justo llevar el mosquetón, del fracaso en otras alternativas poco convincentes y del descarte de Zalaya como apuesta por la cantera. Se quería desde el principio dos tipos rocosos y con experiencia y ya están en nómina tras un par de jornadas que han confirmado que esa posición era un terrible agujero negro por sellar. Ahora, Simone Grippo deberá ofrecer mucho más que solidez y contundencia en el despeje, sin excusas de jugar a su lado con el enemigo. La pareja, aún por establecer la reglamentaria armonía de funciones y movimientos, promete desactivar el constante estado de alarma que sufría el equipo.

González tiene 31 años y Grippo, 29. En Segunda sólo el Rayo, con Amaya (34) y Chechu Dorado (35), y el Granada, con Memosse (30) y Germán (31), disponen de un eje defensivo con más edad que el Real Zaragoza. ¿Hasta qué punto la veteranía es un grado? En el fútbol, nada confirma con rotundidad que sepa más el diablo por viejo que por diablo, pero no hay entrenador que no sucumba al deseo de contar en la plantilla con gente que se afeite cada media hora en la caldera del infierno. Sobre todo en un terreno tan delicado como el área propia. Paco Jémez y Ayala fueron los líderes defensivos de los dos últimos ascensos. Ambos habían sobrepasado con cierta holgura la treintena. No sirve como comparación porque se trataba de futbolistas que aun en el otoño de sus carreras poseían registros y currículums más elevados, pero sea cual sea el objetivo perseguido, sí es cierto que conviene que al menos a uno de los centrales los delanteros rivales le traten de usted.

El Real Zaragoza, además, tendrá el dúo más experto de la dura travesía de cinco años por Segunda. Para encontrar dos centrales titulares con más años hay que remontarse a la temporada 2010-2011, cuando Jarosik (33) y Contini (30) cortaban el aire y la respiración de los atacantes en el sombrío esplendor del agapitismo. La fecha de nacimiento suele ser una anécdota porque en todos los ámbitos lo importantes es el talento (Jesús Vallejo y Gabriel Milito brillaron con acné). Sin embargo, triunfa el pálpito de que uno se siente más tranquilo si le canta la nana el primo maduro de Zumosol. Si son dos gigantes de 1.88 y 1.90, dulces sueños con seguridad. O casi.