Algo así como una fuerza sobrenatural dice Toni Kroos que adquiere el Real Madrid cuando se pone el traje de la Champions. Algo de verdad tiene que haber de eso cuando el equipo blanco está ante la posibilidad de alcanzar su cuarta final en cinco años y, si da ese paso, de sumar su tercer título consecutivo, algo que no ha conseguido nadie desde que lo hiciera precisamente el Bayern en la década de los setenta, con el anterior formato de competición. «Es la competición más difícil de ganar y quizás eso libere poderes especiales en nosotros. Las emociones siempre juegan su papel, especialmente en las noches de Champions en el Bernabéu», afirmó el centrocampista alemán. En el horizonte, en Kiev, la final del 26 de mayo.

Pero antes de ese día hay que pasar las semifinales y en Múnich espera un Bayern con el ánimo ardiente y las armas más a punto que nunca para cobrarse múltiples facturas aplazadas, la última en los cuartos de final del curso pasado. Lo encabeza, además, Jupp Heynckes, con cuentas pendientes que se remontan a 1998, cuando no le dejaron saborear la Copa de Europa blanca y que ha sido capaz de recomponer de manera excepcional al campeón alemán, hasta el punto de ponerlo en situación de reeditar el mágico triplete con el que ya se despidió en el 2013 para dejar sitio a Guardiola.

Los poderes del Bayern son en teoría más terrenales que esos a los que alude Kroos, pero lo hacen igual de temible que al Madrid, en el que Zinedine Zidane tiene claro que nadie se va a achicar. «Puede pasar de todo, pero no nos cagamos en los pantalones. Para nosotros no existe eso. Nos gusta jugar estos partidos, disfrutamos con ellos», dijo el técnico blanco.

Pasado el susto de la Juventus en el Bernabéu, el conjunto madridista sabe de la importancia de sacar un buen resultado del estadio del Bayern, como ya hizo en sus dos últimas visitas (0-4 en 2014 y 1-2 en 2017), y de no exponerse a un patinazo posterior como el que estuvo a punto de costarle la eliminatoria ante el campeón italiano. «Nada, esto es fútbol y al final pasamos nosotros. Hablé con mi staff y con los jugadores y solo queremos pensar en lo que tenemos por delante», añadió Zidane.

«Más que pensar en ganar la Champions pensamos en hacer un buen partido. El jugador quiere jugar este tipo de partidos y no tengo duda de que vamos a estar al 150%», señaló el preparador madridista. Es de esperar en el caso de Cristiano Ronaldo, máximo goleador de la competición, con 11 tantos, y la mayor parte de sus compañeros, pero no tanto en el de Benzema, la gran duda en la alineación.

EL CASO DE BENZEMA

El delantero francés no pasa de nueve goles en todas las competiciones y puede verse relegado al banquillo, lo mismo que Bale, en beneficio de Asensio o Lucas. El técnico no ha querido dar pistas sobre sus intenciones, aunque está claro que le cuesta mucho más trabajo dejar a su compatriota en el banquillo que al galés. Bale fue suplente en los dos choques contra el PSG de octavos, ni calentó en el de ida contra la Juve en cuartos y le sentó en el descanso en el de vuelta. Tras ese encuentro, Jorge Valdano soltó otra frase redonda: «Nada de lo que hace vale 100 millones».

Heynckes también tiene claro casi todo. Solo tiene la duda sobre si podrá contar con o no con Alaba, que no pudo acabar el entrenamiento de ayer. Por lo demás, sin el operado Vidal, es de suponer que seguirá confiando en James, con más afán revanchista que nadie por su salida forzosa del Madrid el pasado verano. Lewandowski, con 38 goles esta temporada, es la amenaza.