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3Goles: 0-1: Isco, m. 12. 1-1: Stuani, min. 53. 2-1: Portu, min. 57.

3Árbitro: Hernández Hernández (Comité canario). Mostró tarjeta amarilla a Modric (min.45), Aday Benítez (min. 86) y Mojica (min. 90).

3Girona: Bono; Maffeo, Juanpe, Espinosa, Marc Muniesa, Aday Benítez; Pere Pons, Àlex Granell, Borja García (Timor, min. 74), Portu (Larry, min.82); y Stuani (Mojica, min. 87).

3Real Madrid: Kiko Casilla; Achraf (Marco Asensio, min. 65), Varane (Nacho, min. 46), Sergio Ramos, Marcelo (Lucas Vázquez, min. 65); Casemiro, Modric, Kroos, Isco; Cristiano Ronaldo y Benzema.

Apoteósico es poco. El grado de excitación en Montilivi cuando Hernández Hernández señaló el final del partido fue indescriptible. La grada estalló de júbilo tras haber certificado una de las gestas más importantes de su historia. Verlo para creerlo. Pero absolutamente nadie puede poner en duda el triunfo del Girona sobre el Real Madrid (2-1), que cedió los primeros puntos lejos del Bernabeu y se distanció aún más del Barça. Técnicamente, con los ocho puntos de desventaja respecto a los azulgranas, el vigente campeón ya no depende de sí mismo para revalidar la Liga.

Un partido memorable de los de Machín, con el añadido de que los locales debieron remar a contracorriente después de una jugada donde se pasó del posible 1-0 al 0-1 y que convirtió el partido en un puerto de categoría especial para el Girona, lo que elevó a hazaña el triunfo en un día tan señalado como Sant Narcís. Y eso que los locales llegaron muy penalizados al descanso. Hicieron una primera parte notable, pero sucumbieron a la efectividad blanca. Las ocasiones fueron repartidas (dos por bando), pero el Girona topó con los postes y el Real Madrid alcanzó en una de ellas las redes. La jugada del 0-1 no pudo ser más desgraciada, porque el rechace de la madera de la portería de Kiko Casilla tras un centro de Maffeo fue el inicio de un contragolpe letal de los blancos. El balón llegó a Modric, éste lo transfirió a Cristiano Ronaldo y aunque Bounou rechazó el remate del portugués, allí estaba Isco para empujarlo a las redes.

El gol dañó porque hasta aquel momento el Girona, que saltó al césped con ocho jugadores de la plantilla de Segunda (de los 12 fichajes del verano, solo Muniesa, Bernardo y Stuani jugaron de inicio), lo había hecho todo bien: concentración máxima en defensa, largas posesiones y campo inclinado hacia la portería del Real Madrid, que nunca se encontró cómodo en la sala de máquinas, con un Pere Pons imperial en el juego de contención y dificultando la salida limpia del balón a jugadores como Modric e Isco.

Quizás con el 0-1 el Madrid lo viera muy fácil. Lo que sí fue una evidencia es que el Girona siguió remando pese al mazazo. Su persistencia le brindó otra oportunidad de oro en el primer tiempo, con el mismo desenlace. Esta vez fue un cabezazo de Portu quien se topó con el palo, por segunda vez, de la meta defendida por Kiko Casilla. La portería del Madrid parecía embrujada.

Parecía difícil jugar una segunda parte del mismo nivel de la primera, pero el Girona superó las prestaciones y esta vez, incluso, encontró la efectividad perdida. El equipo necesitó cuatro minutos para subir hasta límites nunca vistos los decibelios en Montilivi. Una progresión típica de Pere Pons la culminó Stuani en el 1-1 y el estadio tambaleó. Con el 2-1 cuatro minutos despues, obra de Portu tras desviar un remate con todo de Maffeo, Montilivi estuvo a punto de derrumbarse. Quedaba lo más difícil: defender un resultado durante más de media hora contra el actual campeón de Europa, que hasta ayer enlazaba 13 victorias a domicilio en las distintas competiciones. Zidane lo puso todo sobre el césped (Lucas Vázquez y Marco Asensio entraron por los laterales para dar profundidad en los carriles) y todo apuntaba a que el partido se haría eterno.

El Girona, sin embargo, no se desorientó ni se amilanó. Eso sí, debió multiplicarse en defensa como no podía ser de otra manera, pero también amenazó en ataque. De hecho, Stuani tuvo en sus botas el 3-1, pero el balón se perdió a un palmo de la madera. El Madrid lo probó por las bandas ya que por el centro (ya con Timor ayudando a Pere Pons) no encontró espacios. Y llegó el 90. Y llegó el 94, tras un añadido que los rojiblancos jugaron de maravilla.

Fue un partido épico. Colosal. Un duelo donde no apareció Benzema. Donde Cristiano Ronaldo, desquiciado, lo hizo solo en cuentagotas. Donde ni Kroos ni Modric encontraron su sitio. Donde solamente Isco hizo saltar algo de miedo en una grada entregada con los de Machín, que acabaron exhaustos pero inmensamente felices.